“Siete”

“Siete” es una chica.

Cuando decidí que la no-monogamia era mi opción se abrió un mundo de posibilidades. La más interesante para mí y principal fue que no tendría por qué renunciar o perder al amor de mi vida, a mi compañero.

Cuando empecé a experimentar el contacto con otras personas nunca pensé en “quienes” pero sí que busqué primero en la opción más conocida para mí, los hombres.

Para la sociedad yo soy heterosexual, para mí, que odio las etiquetas, soy simplemente una persona que ama. Así que cuando empecé mi camino me plantee la posibilidad de conocer a mujeres también. A mí me cuesta mucho clasificar, no me siento muy cómoda, pero ¿cómo conocer a mujeres interesadas en conectar?

Me pasó una cosa que me dejó perpleja. Fui a facilitar una comunidad de convivencia de mujeres feministas y una de ellas es lesbiana y muy activa en el movimiento LGTB, así que le comenté mi opción personal y que mi proyecto era crear una comunidad de apoyo en Galicia. Mi sorpresa fue cuando me dijo: “a las lesbianas no nos gusta el poliamor”. La verdad que me sorprendió, así que simplemente le pasé la información de este blog y nada más.

Quiso la casualidad que en Píkara salió un reportaje sobre una aplicación de mujeres para mujeres y no ponía de lesbianas, así que allá me fui. Allí conocí a “Siete”. Lo primero que me dijo fue: “mi situación es un poco especial porque tengo una hija». Desde casa yo me moría de la risa porque si eso le parecía novedoso en cuanto le contase lo mío se iba a quedar muerta, y eso hice.

Su reacción fue de mente abierta. Es verdad que después de hablar muchas horas ella me comentó que estaba un poco cansada de las relaciones de pareja lesbianas, y que esta opción aunque no la entendía muy bien le parecía buena. Así que me pidió el libro de Ética Promiscua para entender un poco más y yo me ofrecí a aclarar todas las dudas que tuviera.

Su pensamiento es monógamo y su ilusión es tener una compañera con la que compartir su vida y la educación de su hija, y me parece precioso y un estupendo objetivo para ella. Tuve que aclarar que yo no puedo darle eso. No soy lesbiana, tengo pareja, hijas y toda una vida montada. Aun así quedamos para conocernos.

Nuestra primera cita fue en su casa, la peque estaba enferma y era la única manera de vernos. Así que allá me fui y conocí a Siete y a su hija en su vida cotidiana. Fue la cosa más rara que experimenté en mucho tiempo y varias fueron las razones.

La primera, me di cuenta de que no entiendo los códigos entre mujer y mujer. Los conocidos para mí son mujer-hombre, así que me vi súper pez y no entendía las señales, di tu que el día tampoco era para tirarse los tejos, con la peque de un colo al otro.

Lo segundo, no es gallega y eso lo noté mucho en el contacto físico. Y lo último, no estaba conociendo a una amiga, eso lo sé hacer sin problema, estaba teniendo mi primera cita con una mujer.

En cuanto salí de su casa le escribí un whats up contándole como de perdida me había sentido, que me había gustado mucho estar con ella pero que no tenía ni idea de cómo había ido la cita. Su opinión llegó pronto: le había gustado y entendía perfectamente que no estuviese acostumbrada pero que quería seguir quedando.

A partir de aquí empezamos a quedar para ir conociéndonos y viendo hacia donde iba nuestra relación. Ha coincidido siempre con niñas de por medio, con la suya o con la suya y las mías. Ella está sola y es complicado. Empezamos a planear nuestra cita “a solas” con mucha ilusión y todos los miedos del mundo.

El día de la “cita” estábamos súper nerviosas. Uno de mis miedos, y el que más hablé con ella, fue el tema del sexo. Nunca había tenido sexo con otra mujer más allá de un beso y alguna caricia picante en los pechos, y quería darle placer. Otro miedo, y este para las dos, es si a mí me gustaría tener sexo con una mujer. A esto se añadió la responsabilidad para ella de mi “virginidad femenina”, jajajajajaja.

El resultado, para mí fue la cosa más natural del mundo. En ningún momento me pareció determinante ni limitante que fuese una mujer. Confié en ella y me dejé llevar. Sorteamos los nervios como pudimos, y había de fondo un sentimiento más profundo que el mero hecho de tener sexo, y era compartir un momento de complicidad, aprendizaje y conexión. Sabemos que el segundo encuentro irá muchísimo mejor porque empezaremos a comunicarnos con el cuerpo sin los miedos previos, será un viaje apasionante hacia nuevas sensaciones tanto mías como para ella, y tenemos muchas ganas.

Ahora vamos a construir nuestra relación poco a poco y ver como encajan nuestras necesidades individuales y sobre todo nuestras vidas. Me considero muy afortunada de haber encontrado a Siete y de poder vivir esta experiencia con ella, porque es ella y no el hecho de ser mujer lo que lo hace especial. Aquí es cuando me doy cuenta de que mi camino es el correcto, el de conectar con “personas”, aceptando y empapándome de la diversisad, y dejando que la vida me sorprenda y me traiga estos regalos.

Siete, pasear juntas de la mano ,cenar mirándonos a los ojos sin importarnos todo lo de alrededor, abrazarnos entre pechos y descubrirnos con caricias, tuvo todo el sentido del mundo.

“Siete”

Desmontando comportamientos monógamos.

La semana pasada fue una semana de descubrimientos interesantes. Por un lado gente nueva con aportes muy ricos a mi momento actual y por otro nuestra evolución como pareja.

Es esto último lo que más me interesa comentar por si a alguien le ayuda.
Fui yo la que abrió la pareja. En el momento en que yo expuse mis necesidades coloqué a mi pareja en una posición de decidir, decidir si quería continuar con nuestra pareja aceptando mi individualidad y mi forma de ser, o bien deshacer el vínculo para continuar cada uno su camino.

En este caso el amor nos hizo permanecer juntos y decidimos trabajar en equipo la apertura de la pareja. Mi pareja decidió quedarse y probar, con todas las dudas del mundo, eso sí, pero por lo menos intentarlo.

Se necesita siempre un impulsor/a, creo que es muy raro que los dos miembros de la pareja lleguen a la vez a la conclusión de que no son monógamos. Al convertirte en impulsor también te conviertes en líder, con todo lo que eso conlleva. Serás juzgada, cuestionada, vigilada y evaluada por todos los actos que hagas.

Sin quererlo te conviertes también en una referencia dentro de la propia pareja, y aquí se empieza a complicar todo porque hay una mezcla de roles. Eres la que ama y la persona amada, pero también eres la persona que hace daño, eres inexperta en lo tuyo pero para los ojos de tu pareja eres la experta en lo vuestro. Hay dos emociones o sentimientos que surgen a veces difíciles de gestionar: la envidia y la comparación.

En nuestro caso la envidia apareció por dos lados: uno, la facilidad con la que yo-mujer puedo acceder a los hombres y como estos se ofrecen cual botones de hotel a llevarte las maletas y lo que haga falta. Dos, mi propia evolución personal, la cual me ha permitido deconstruir más fácilmente la monogamia para construir un nuevo modelo que va acorde con mi forma de ser.

Lo primero, es una mierda, pero es un privilegio que tengo como mujer. No es para enorgullecerse, y muchas veces le he explicado a mi pareja que si es fácil acceder a hombres pero no es fácil encontrar personas con las que tener una relación honesta y que estén a la altura de comprenderme sin pensar más allá de que soy una anomalía exótica y follable. Entonces sí, te reconozco la cantidad pero no la calidad.

Lo segundo, llevo cuatro años haciendo trabajo personal y no ha sido gratis. Meter consciencia de cómo eres, de tus límites personales, de lo que puedes asumir y lo que no, ni es un trabajo fácil ni ameno. A veces es doloroso, sin respuestas fáciles y muchas veces he pensado en dejarme ir con la mayoría para no tener que pensar. Asumir los modelos establecidos desde luego te hace la vida más fácil. Mi problema ha sido siempre mi mente curiosa e inquieta y el porqué, el porqué de todo, entenderlo y sino darle una vuelta.

Esta semana mi pareja se volvió más monógamo que todo lo que había sido en estos 12 años. Encontré de repente la trampa en mi propia casa. Ocupó el papel de víctima, creo que no de manera consciente sino como algo aprendido durante siglos. Así que me dispuse a agarrar mi espada para luchar contra el dragón y me puse la capa de facilitadora. Tenemos un acuerdo en casa que es que el trabajo se queda fuera, es decir, yo no puedo ni debo de facilitar a mi pareja pero en este caso era la única manera de sacar algo en claro y no morir yo en el intento.

Ante su discurso de víctima empecé a meter más información, a hacer preguntas poderosas, esas que te hacen pensar y de repente tienes momentos de “ajá, coño era esto”, y así empezamos a desenredar la madeja. Cuando ya no tenía más energía me dijo: ”mierda, acabo de entenderlo todo. Con mis otras relaciones me comporto como poliamoroso y contigo como monógamo. No me atrevo a expresar mi felicidad porque creo que eso te hará daño”.

Y aquí rompí. Tuve la sensación de haber sido tratada injustamente, de haber estado expuesta, abierta, receptiva, tolerante, paciente, acogedora, comprensiva, y todo esto nunca fue apreciado. Me he comido la cara B de mi pareja desde abril mientras la cara A la disfrutaban las otras. Lo peor es que lo asumí como parte del peaje de abrir la pareja y yo también tuve un momento Ajá y dije NO.

No me lo creo, no me creo tu papel de víctima, no voy a dejar que la culpa entre en mi cabeza porque cada uno ha elegido donde quiere estar LIBREMENTE. Yo misma estaba repitiendo un esquema que no quiero de esposa abnegada, recibiendo palos por mi comportamiento amoral. Y esto sí que fue liberador para los dos. Aquí empezamos a tomar consciencia de donde estamos pero sobre todo de donde queremos estar, como nos queremos comunicar y que límites personales estamos dispuestos asumir y cuáles no.

Aún estoy un poco dolida la verdad, y aunque sé que es para bien y que esto son unos cimientos súper sólidos para nosotros, me agoté en el proceso. Ahora toca cuidarme y que me cuiden. Mi pareja, como dice el, “dejar la mierdas a un lado” y volver a conectar poco a poco.

Pues ahí vamos, desmontando la monogamia poco a poco y sin morir en el intento.

Desmontando comportamientos monógamos.

«Easy»

Mi lunes me ha traído un regalo sorpresa.

“Easy” apareció un día festivo. Los días festivos son jorobados si no tienes plan. Yo estaba cansada de todo el fin de semana de cuidar a las niñas y en un rato de aburrimiento me puse a tinderear y apareció él.

Creo que su festivo también estaba siendo aburrido porque enseguida me dijo:” quiero escucharte”. Nunca me habían dicho nada parecido. Lo normal es que te pidan el whats up, line, Skype, tam-tam, pero es raro la persona que quiere hablar directamente contigo. Me sorprendió y por supuesto le dije que sí.

Cuando empecé a hablar con él me di cuenta de que quería escuchar una voz amiga, hablar con alguien y no sentirse solo. Los extraños somos capaces de crear esa confianza inmediata donde se permite contar de todo sabiendo que no vas a herir o a lastimar a la persona porque apenas la conoces, y sobre todo, que no vas a ser juzgado, y si al final lo eres te da igual.

Me sorprendió su vulnerabilidad. No contaba su historia como una víctima de las circunstancias, sino que se mostraba tal cual es con sus carencias, sus aciertos y desaciertos. Ahí surgió mi interés. Llevó trabajándome el tema de la vulnerabilidad un tiempo para aprender a fluir y a mostrarme todavía más.

A partir de ahí chateamos unas cuantas veces y enseguida me propuso quedar. La agenda se fue complicando y parecía que el encuentro nunca llegaría, hasta hoy.

Mi hermano tuvo que venir de su ciudad y hoy se volvía en avión, así que como era en la ciudad que vive “Easy” le propuse la locura de desayunar juntos. A las 7.45 recibí un mensaje de él preguntándome si ya había salido del aeropuerto y que me esperaba en cama. Espera, no nos conocemos ¿en la cama? Fijo que es una coña. Desde luego esta iba a ser una cita diferente.

Llego a su casa y me abre la puerta en calzoncillos, legañas y pelos de loco. Dejo el bolso en el salón y en cuanto me doy la vuelta no lo veo. Se ha ido a la habitación. Es un mini piso así que no me tengo que mover ni un metro. Allí me lo encuentro tapadito y flipo. He dormido tres horas para poder llevar a mi hermano al aeropuerto y como la cosa más normal del mundo me dice: ”métete si quieres”.

Vamos a ver, tengo exactamente un nanosegundo para pensar que esto no tiene lógica , nos hemos dado dos besos en la entrada y es la primera vez que nos vemos, pero me lo acaba de decir de la manera más cotidiana, cercana y obvia del mundo, en plan:” te has ido, has colocado a tu hermano, pues vuelve a la cama”, y no me lo pienso, me quedo en ropa interior y me meto en la cama.

A partir de ese momento, en que además me abraza para acercarnos, todo surge de la manera más natural del mundo. Me sentí tremendamente cómoda, como si fuese allí donde tuviese que estar en ese momento. Empezamos a hablar, a conocernos mientras nos acariciarnos, y todo fluyó. Una mañana entera como si fuese un festivo lluvioso donde el mejor plan es estar en cama, ese ha sido mi regalo.

“Easy» ,que fácil lo has hecho y que bien me he sentido. Me he sentido tremendamente sorprendida por lo inesperado de las circunstancias, lo casual, lo natural e instintivo, pero sobre todo viva.

Esta es la canción elegida para ti ALIVE de SIA.https://www.youtube.com/watch?v=D9bmyrT_sxs

«Easy»

Una de Romanos y Celtas.

Después de dos semanas por fin conseguí quedar con “Stranger”.
La semana pasada nos fue imposible por agendas y mis temas hormonales, que me tuvieron en una constante montaña rusa emocional.

Esta semana después del festivo, paralicé toda mi agenda de vida social para dejar todos los posibles huecos para verle. Mi prioridad era ÉL. Así que fueron pasando los días y fui cancelando los demás encuentros y concentrando todo el trabajo para librar hoy.

Tengo un problema con las “esperas”. No es un tema de tenerlo todo controlado, es un tema de ilusión. En cuanto me dan una hora para quedar organizo todo mi día para tener libertad e ir con tiempo a los sitios, es de las pocas manías que tengo heredadas de mis padres, y estar tranquila. Si eso se altera y no consigo ponerme en contacto con la persona me pongo nerviosa y empiezo a pensar. Malo cuando pienso, sobre todo cuando pienso mucho mirando cómo van pasando los minutos en el ordenador.

Mi plan de hoy era tener “sexo en la oficina”. Creo que está arriba en el ranking de fantasías eróticas, así que me vestí sexy y un punto pilingui para sorprender a mi “Stranger”. Estuve toda la mañana paseando en tacones por mi casa mientras esperaba en vez de ponerme las zapatillas. Tendí la colada en tacones, puse la lavadora en tacones, doble ropa en tacones,… porque cojones no me puse las zapatillas para esperar tres horas. Soy una nécora!

Por fin salgo, como eran las dos, sin comer por supuesto, me alimento de ilusión por lo que me espera, una sesión de sexo fantástica en la oficina, jejejeje. He superado los nervios de la espera porque al final he conseguido hablar con él y parece que tiene tantas ganas como yo de verme y estar juntos.

80km después me planto en su oficina. Los zapatos no me han destrozado los pies y se han integrado tan bien a mi anatomía que no me los quito en las dos horas siguientes. Afortunadamente me he puesto medias de liguero que lo hacen todo más sexy y más fácil. Nos encontramos y ya arde la cosa, empezamos a desnudarnos, nos besamos, la cosa promete y suena un bip. Otro bip. “Stranger” saca una foto a su monitor y la envía y yo pregunto, porque una además de gilipollas es educada, y la contestación es la que me esperaba y me va a joder el polvo.

Afortunadamente “Stranger” no se ve alterado por el bip y continuamos nuestra sesión de sexo. Excitante y morboso lo de la oficina sí señor, pena que hoy tengo el día de pensar en vez de estar conectada con mi cuerpo. Entre la mañana de espera que me tuve que gestionar solita y con tacones, y el bip empiezo a tener problemas con mi orgasmo. Estoy súper excitada, me encanta “Stranger” , nos entendemos genial en el sexo ¿Qué cojones pasa?

En la parada técnica nos ponemos a charlar sobre nuestra semana, cosas cotidianas ya sabéis. Y por casualidad comentando algo de mi trabajo con una asociación me entero de que el pertenece a una, una especie de asociación donde se visten de Romanos. Resulta que en esta ciudad se celebra una vez al año una parte de la historia entre Romanos y Celtas.

Volvemos a excitarnos, esta vez sí que voy a desconectar la mente para disfrutar con mi “Stranger”. El segundo polvo siempre es mejor porque duramos más y siempre es más divertido, puedo decir que tuve tres ocasiones fantásticas para llegar al orgasmo, pero mi mente tuvo de repente una asociación de ideas de la leche. Me puse a pensar en mitad del polvo que Los romanos representaban a la monogamia y Los celtas el poliamor, y la jodí. La jodí bien jodida, porque además enlacé con el bip anterior que me catapultó (buen invento romano) a la realidad de que soy la AMANTE.

Soy un auténtico desastre. Convertí un encuentro que prometía aventura y excitación al máximo, en un autojuicio. Empecé a pensar en cómo juntar a un Romano regio y disciplinado, todo orden con su cardus y decumanus, con una Celta indomable y orgánica, y me pareció imposible. Y se fue a la mierda y empecé a agobiarme.

No sé cómo llevar esta situación siendo coherente. Quiero mi libertad de ser como soy y quiero respetar la libertad del otro. No quiero pedir nada ni que me pidan, tan solo coger y dar aquello que se sienta y apetezca en cada momento, pero hoy no fui capaz de vivir el momento. Creo que se juntó todo, ver su vida fue como una bofetada de la realidad porque en este tiempo que le estoy conociendo poco a poco me encanta, y no sé qué hacer con esto. Creo que para Stranger soy esa “oportunidad”, el morbo , la aventura , la emoción, lo prohibido, y sin embargo para mí él es una persona con toda una historia que estoy siguiendo interesada y curiosa. Con esto no digo que no me aprecie, que seguro que sí, y claro que también le importa mi historia, pero estamos como los Romanos y los Celtas, cada uno con su cultura, sus cosas y sus batallitas.

Que Romano más sexy por dios, me tenía que haber concentrado en esa imagen y dejarme de asociaciones gilipollas.

Para la próxima una de piratas seguro que esta vez no la cago.

Una de Romanos y Celtas.

Tocar

¿Cómo puede vivir una persona en pareja ocho años sin sentirse deseado y sin que le toquen? Hasta ahora me parecía imposible pero últimamente me estoy encontrando con un montón de historias con un nexo común: la falta de cariño. Seguramente son parejas que se aman a su manera pero no se tocan.

Yo simplemente no podría vivir así. Tocar es para mí parte de mi forma de comunicarme, no puedo evitarlo. No me considero tocona, pero sí que necesito el contacto físico para sentir la conexión con la persona con la que estoy. A mis hijas las tengo fritas, las acaricio constantemente, me encantan sus culos. Cuando estoy con una amiga o un amigo, un beso o un abrazo no solo cae en el encuentro o en la despedida, alargar la mano para tocar una pierna o apoyarla en el brazo me ayuda a trasmitir a la persona con la que estoy: eh! Estoy aquí, te apoyo, te estoy escuchando y te quiero.

Cuando conocí a mi pareja me llamó mucho la atención la primera vez que me dijo: me encanta que me toques. Puse cara de acelga porque me sorprendió, y pregunté inocentemente si no era igual con su anterior pareja, mi sorpresa fue mayúscula.

Acariciar la nuca o el pelo mientras ves la tele tirado en el sofá, abrazar a alguien por detrás mientras esperas a que llegue el bus, acariciar una mano mientras esperas a entrar en el médico, o la tradicional postura de la “cucharita”, no estaban en su repertorio. He de decir que se acostumbró rápido a mis costumbres.

Ayer estaba charlando con una persona que me contó esta historia. Ocho años juntos sin tocarse, sin sentirse deseado, abandonado afectivamente. No pude evitar preguntar como tenían sexo porque estaba alucinada, y me contestó que como un acto mecánico de encajar piezas pero sin casi rozarse, sin sentirse, sin notarse. Me invadió una tristeza tan grande que he arrastrado hasta hoy. Como todo, es una parte de la historia, pero está claro que la otra parte tampoco debía de disfrutar mucho con la situación, y sentí pena, de esos cuerpos que no son capaces de encontrarse, de mimarse, de darse calor, amor y cariño. Saborearse, lamerse, mordisquearse y besar cada centímetro de la piel. LA PIEL, es lo más preciado que tenemos para sentir, ¿Cómo puedes eliminar eso de tu vida?

Hoy estuve dándole vueltas al tema y pensando en cómo me relaciono yo con mis parejas, como les toco y como reciben ellos esas caricias y me sorprendió gratamente darme cuenta de que nunca he tenido queja. Nadie me ha dicho nunca “deja de tocarme” o me siento incómodo, más bien todo lo contrario, se arquean como los gatos y no solo es relajante para ellos sino también para mí. Dar cariño y recibirlo es mágico, te relaja, te hace sentir bien, te da seguridad, te conecta.

Yo últimamente estoy en plan sobredosis con mis hijas porque en apenas unos años llegará la temida adolescencia y se acabó el chollo de tocarlas, ni un pelo vamos me dejarán, bueno si, solo si es para planchárselo o algo así.

Con el resto, amigos, parejas, familia, seguiré igual porque para mí es tan importante recibirlo como darlo y tengo claro que no podría vivir sin ello.

Tocar, que fantástico verbo.

Tocar

Debates internos.

Muchas cosas he pensado esta semana.

Sin quererlo he tenido muchos debates internos abiertos, algunos por tonterías pero otros profundos que me han hecho replantear algunas de las decisiones que estoy tomando.

Comencé la semana muy revuelta por culpa del encuentro con “Cactus”. Ahí tuve mi primer debate ¿cómo respetar los límites impuestos por alguien sin renunciar a tu esencia? No es sostenible. No existe equilibrio posible, es una relación desigual con temas sin resolver que cada vez se enrarece más y más. Algo he sacado de bueno de haber vomitado todo mi proceso de debate interno del lunes en el blog, una conversación con él para tener claridad y ver cómo se puede tener una relación sostenible o ponerle fin.

A mitad de semana apareció un mensajito de whats up de una persona con la que había hablado antes de verano pero que nunca conseguimos quedar. El “Sirio” fue una anomalía en mi búsqueda. Cuando empecé en las plataformas típicas para móvil no sabía poner mis preferencias y entró él de casualidad. Explico que es una anomalía, porque normalmente busco personas mayores de 35 años, llamarme tonta pero de ahí para abajo me parecen muy jóvenes para mí. Y llegó el, 29 años, pero con un humor y una picardía.., algo de cara dura pero con mucha clase, y sobre todo divertido. Así que a mitad de semana, en una hora que tenía entre ir a buscar a una niña y otra de punta a punta de mi ciudad, quedé para tomar un café.

“Sirio” no se amilana ante la “abuela” como el me llama. En cuanto le vi me llamó la atención lo cómodo que se sentía, fue fácil, y muy claro. No hay discurso de eres fantástica, guapa e interesante, simplemente me dijo eres maja. Jajajajajaja. Al día siguiente volvimos a quedar y salvo las coñas típicas que me gasta por la diferencia de edad, esa neura que tenía yo desapareció. Voy a conocerle, porque no!, la edad me hacía sentir incómoda pero se ha encargado de que desaparezca esa sensación. Otro debate interno resuelto.

Llevo toda la semana sin ver a “Stranger” y le echo mucho de menos. Nuestro acuerdo era quedar una vez a la semana porque vivimos a 80km de distancia. Al final no ha podido ser porque nuestras agendas no lo han permitido.

Con él he tenido dos debates internos. El primero y más mundano: el tema económico. El poliamor es para ricos. Para mí no es sostenible, por mi economía familiar, mantener un motel todas las semanas aunque vayamos a medias. Mi pareja lo vio venir y como esta es nuestra vida, yo trabajo desde casa y esta puede ser una situación que vivamos los dos con nuestras respectivas relaciones, me propuso que usemos nuestra casa cuando el otro no está. No es que me emocione la verdad, pero si quiero estar todo el tiempo que tenemos asignado en nuestro acuerdo con la persona/s que quiero, esta es la única solución.

Se lo comenté a “Stranger” por mensaje, me sentía súper incómoda con el tema pero había que abordarlo ya. Una de las respuestas posibles y que me esperaba era que él se hacía cargo del coste del motel. Su situación es más desahogada que la mía pero eso me hizo sentir más incómoda. Venir a mi casa no le apetece, y lo entiendo, y enlaza con el otro debate interno. El tema está sin resolver, y creo que ha sido además de las agendas imposibles, una de las razones por las que no nos hemos visto. 

“Stranger” tiene pareja monógama, y lógicamente ella no sabe que existo, sin embargo yo si he visto fotos, pero además se cosas de su vida en pareja que Stranger comparte conmigo. Cuando empecé en el poliamor una de las cosas que tenía claras era no participar del engaño. Si no lo quiero para mí no quiero estar involucrada. Pensé que mientras la relación estuviese encajada en “compañero sexual” todo iba bien, que yo no tengo porque responsabilizarme de la ética de nadie.

El otro día cuando estábamos juntos y mientras me acariciaba el pelo en la bañera me dijo de manera natural que lo siguiente estando así de bien era enamorarse. Empecé a sentir el agua congelada.

Empecé a ver carteles luminosos de alarma y no es porque no crea que él puede enamorarse de mí o yo de él, seguramente podríamos, es reproducir el esquema tradicional de la mujer y la amante. De hecho lo hable con él y me dijo que le parecía normal, que era otro tipo de enamoramiento.

Lo que define el poliamor es precisamente eso, estar enamorada de varias personas y mantener relaciones afectivas con ellas, eso es lo que lo hace maravilloso, pero lo que también lo diferencia es que TODAS LAS PARTES son conocedoras de estas relaciones afectivas. Ese es mi debate interno. Hoy hablando con un colega que lleva muchos años en el poliamor me hablaba de monógamos de transición. Son aquellos que nunca han conocido el poliamor pero que llegan a el de manos de alguien y deciden acoger esa opción en su vida.

Creo que “Stranger” podría ser poliamoroso, incluso lo hemos hablado, pero no sé cuánto tiempo puedo estar yo en la transición sin comprometer mi ética. Aún tengo que darle vueltas a este debate. Me gusta mucho Stranger, me estoy cortando mucho con mis sentimientos para no meterme en algo que se me vaya de las manos.

Termino mi semana con otro debate. Cuando empecé en el poliamor siempre pensé en relacionarme con personas. Se supone que soy heterosexual pero nunca me he identificado con eso. Me gustan las personas independientemente del género que tengan, pero es cierto que nunca he tenido sexo con una mujer. Tampoco lo había buscado porque simplemente aunque estaba en mi mente tampoco sabía cómo hacerlo.

Esta semana me encontré un artículo en Píkara sobre plataformas de mujeres para buscar mujeres y allí me fui y conocí a “Siete”. No solo es guapa, madre soltera por convicción a través de una FIV , sino que tiene un par. Le conté mi opción de vida y lejos de salir corriendo le pareció algo interesante para conocer, así que el domingo tengo una cita. Le he preguntado a ella como se seduce a una mujer y se ha escarallado de la risa.  Presiento que será una cita inolvidable.

Debates internos.

Desconectada de «Cactus»

Ha sido un día extraño.

Este fin de semana he estado metida en un curso y por lo tanto desconectada de la realidad. Desconectada de mis hijas, que como el fin de semana pasado se tuvieron que quedar con los abuelos. Mi pareja también se fue a encargarse de sus responsabilidades familiares. Dos días sin cobertura, sin “conectar” con nadie hasta la noche.

Por la mañana volví a conectar con una persona que hacía 9 meses que no veía. Sí que habíamos tenido contacto todos estos meses a través de Skype de manera frecuente pero no nos habíamos encontrado físicamente. Nos conocemos desde hace tres años, hemos tenido diferentes tipos de relación, nunca romántica pero si de confianza. Fue mi guía, en momentos lo creí mi amigo, maestro en algunas cosas, cliente,.. Si, hemos sido muchas cosas. Hace meses tuvimos un problema con la confianza, dejamos de tratarnos de manera natural y me propuso sus límites para seguir nuestra relación de manera segura para los dos.

Hoy he sentido que tomé la decisión equivocada al aceptar sus límites sin poner los míos. No quería perderle, le necesitaba para seguir mi evolución personal, y cedí lo más preciado que tengo: mi forma de ser, mi naturalidad. ¿Cómo habría sido mi encuentro con él si hubiese sido auténticamente yo?

Así que allá me fui. Hace meses recogerlo del tren o del avión hacía que me diese un vuelco el corazón y siempre le recogía con una sonrisa. Hoy, como si fuera algo premonitorio, el día estaba tremendamente gris, oscuro y lluvioso. No dar un beso, un abrazo o cualquier tipo de contacto físico para mostrar mi cercanía con alguien que quiero o aprecio es un suplicio para mí, pero normas son normas. Soy charlatana, bromista, coñona y hoy era simplemente la chofer. Dije tantos “ajá” que casi me muero del asco.

Como la vida es una paradoja, en el camino de regreso antes de dejarlo en la estación me comentó que estaba manteniendo una relación abierta. No me sorprendió nada, lo estaba esperando pero no iba a ser yo la que sacase el tema, hablar de cosas personales era uno de los límites. Creo que su naturaleza era investigar por este camino. Tuve una sensación agridulce. Por un lado me alegré, si es su camino, si ser honesto y poder vivir en libertad es lo que le hace feliz me parece maravilloso. Por otro lado sentí tristeza, no poder compartir las emociones de los primeros pasos, los miedos, las inseguridades, los descubrimientos, toda esa energía desbordante que sientes cuando te dices ERA ESTO, como me habría gustado. Lo que hice fue adoptar el papel aséptico de quien es más experimentado y te da las pautas técnicas como si fuese una bibliografía. Una mierda vamos.

No fui honesta conmigo misma, ni auténtica, como él me dijo hace mucho tiempo. Tengo la sensación de fracaso. No me di cuenta de que hoy estaba compartiendo seguramente algo muy importante para él. Igual me necesitaba como amiga o como aliada, que le tendiese una mano, que a lo mejor descongelásemos juntos esta relación de tantos meses a través del plasma. No lo sé. Solo sé que creí que salía ganadora por haberme mantenido dura, fría y distante, todo eso que no soy. Y no gané sino que perdí, perdí la oportunidad de compartir algo que nos apasiona a los dos, que nos une más que aleja.

Ahora siento que tenía que haberle abrazado y haberle dicho “me alegro de que estés feliz”, comerme todo el orgullo, olvidarme de las mierdas de rangos y hacerlo todo más fácil. Si me diste señales no las quise ver y ahora me siento tremendamente vulnerable y sensible.

Tengo la sensación de vuelta a la casilla de salida, me alejé y me puse una coraza para no sufrir y perdí mi intuición contigo, anulé la antena para dejar de recibir dobles señales porque no hacían más que enturbiar nuestra relación y me concentré en los datos. Aprendí a relacionarme contigo a través de guiones, punto uno, dos, tres…y nuestra relación se convirtió en algo mercantil.

“Cactus”, no sé cómo deshacer toda esta mierda que siento.

Voy a seguir la naturaleza para ver como fluye y adonde me lleva, y si nos volvemos a reencontrar espero que volvamos a conectar.

Desconectada de «Cactus»

La vuelta a la normalidad

Después de la montaña rusa de emociones del fin de semana y superado el test de estrés, vamos reconstruyendo poco a poco nuestra pareja.

El fin de semana nos sirvió para darnos cuenta de los “vacíos” que hay en nuestra relación. A pesar de que hablamos mucho, procesamos todos los días, estamos pendientes uno del otro, ha quedado de manifiesto que nos queda un largo camino. Tanto mi pareja como yo “supusimos” lo que el otro haría frente a una situación desconocida, y está claro que si los dos hubiésemos tenido la misma información hubiésemos actuado de otra manera, o por lo menos aunque fuese la misma lo haríamos de manera más consciente.

Nos ha golpeado duro pero es increíble la fuerza que nos une. La vuelta del viaje vine destrozándole la cabeza a mi pareja y culpándole de todos los males del universo, los que podía controlar y los que no. Además le hice responsable de mis sentimientos, tenía que cuidarme, protegerme, adivinarme, intuirme,… todas esas MIERDAS que precisamente no debemos hacer. Tenía que haberme hecho responsable de mis sentimientos y decirlos abiertamente, comunicarme de manera directa y no dando dobles señales como una loca, tenía que haber reconocido que no soy una superwoman y saber pedir ayuda de manera eficaz, no dando millones de rodeos para que el intentase adivinar qué coño quería.

La reconstrucción empezó cuando empezamos a aflojar. Yo a no exigirme tanto, tanta cabeza, tanto control, tanta comprensión, tanta elasticidad y permitirme tener un lunes de mierda , triste y con la incertidumbre sobre lo que iba a pasar con nuestra pareja. Así que decidí dejarme llevar, me sumergí en la cotidianidad para ordenar mi día y simplemente fluí, esta vez con el corazón. Es increíble el poder que tiene un simple mensaje de TE QUIERO a través del móvil. Él decidió concederse calma y empezó a disfrutar de las cosas que le apasionan y la cosa se fue ordenando.

Es increíble la velocidad de recuperación que tenemos. El martes nuestros cuerpos se buscaban de manera ansiosa para sellar el círculo y volver a conectar. Estar conectados es lo que nos hace fuertes, aunque estemos separados y cansados por la rutina diaria. Esos momentos de abrazos, de caricias, de confianza, de placer hacen que nuestra unión sea indestructible.

El miércoles alcanzamos el nivel superpareja. Yo tenía una cita con Stranger. Le había propuesto a mi pareja cancelar la cita para dedicarnos tiempo para nosotros pero dijo que no, que siguiese adelante con mi cita que él se quedaba a pasar la tarde con las niñas. Y me fui confiada. La semana pasada mi primer encuentro con Stranger había supuesto un desafío. Siempre es un desafío cuando entra una persona nueva, aparecen los miedos, las inseguridades, las suposiciones y las imaginaciones. En cuanto le mandé un mensaje de que volvía a casa me escribió: viva la compersión!

Me subí al coche con una sonrisa, y en cuanto llegué a casa le dije: cuéntame eso. Y me contó que se sentía bien, que había pasado una tarde caótica con las niñas donde no había podido trabajar nada, pero que no necesitaba ir a correr, que no necesitaba nada para dejar de pensar. Simplemente lo había pasado y solo quería ver mi nivel de sonrisa. No hicieron falta detalles sobre el encuentro, la persona, lo que hicimos, lo que no hicimos, simplemente me dio un espacio de libertad para que compartiese lo que me diese la gana. Y así lo hice, pero ese será el post de mañana.

Amor, no dejas de sorprenderme, dices que no llegas pero a veces me sobrevuelas con tu capacidad.

Te quiero.

La vuelta a la normalidad