El anuncio

Señoras y señores, no hay contenido para compartir.

No puedo decir que me he vuelto monógama, simplemente no me da la vida. Pienso en el 2015 cuando empecé este blog, como una herramienta terapéutica, y la persona que era, tenía energía a tope para aventurarse en un mundo apasionante.

Hoy tengo una combinación de agenda sin huecos y pereza. Recuerdo la cantidad de tiempo que pasaba buscando, chateando, quedando y me pregunto como lo hacía con tres niñas pequeñas. Hoy que son adolescentes y ya pasan de mí, podría organizar mi agenda social para conocer gente interesante y ampliar mi círculo de amistades. La verdad, es que llego a las 10 de la noche agotada y los fines de semana son para resetear.

Está claro que la edad influye e igual me he vuelto un poco sosa, también puede ser, pero gracias a todas las experiencias relatadas soy la persona que soy ahora, más calmada y más centrada. Ya no estoy presa de mis expectativas, algunas eran casi imposibles, y me siento mucho más fluida.

He aceptado también el nuevo lugar que me trajo la experiencia personal, y que ahora, me permite acompañar a otros y otras en sus aventuras y expectativas.

Mi futuro, ni idea, y no saberlo no me inquieta en absoluto. Si tengo que volver a sentir como una adolescente alocada, lo viviré desde la sabiduría del que sabe que todo pasa, lo bueno y lo malo.

Experimentar amores plurales me trajo mucho aprendizaje sobre mi sexualidad, y esto ha sido un auténtico regalo. No dejamos nunca de aprender por supuesto, y seguro la vida me tiene  alguna que otra sorpresilla preparada.

Tengo pendiente una tarea que puede ser el inicio para vencer la pereza: poner un anuncio. Se me ha ocurrido que la mejor manera de encontrar, es ser clara con la intención. Pienso que una buena descripción de los deseos y claridad con los cuidados, puede ser un arma de seducción muy poderosa.

Me voy a dejar llevar por este viento gallego para inspirarme y ver que surge.

Seguro que vosotros y vosotras habréis tenido experiencias variopintas a través de anuncios, todo consejo es bienvenido, os leo. 😉

El anuncio

Plaf

No sé si os ha pasado pero entre la pandemia y la guerra se me han quitado las ganas de todo.

El amor siempre ha sido mi motor de creatividad y movimiento. Por pasión hago la mayoría de las cosas que hago, pero últimamente no consigo conectar con esa energía. Cuando parece que las cosas se estabilizan, plaf, otra hostia del mundo.

Empecé el año con una separación física y el reto de construir una relación sostenible en la distancia. En el primer reencuentro, que pretendía ser para disfrute, plaf, una de mis hijas al hospital y todos los planes que teníamos a la mierda. Lo bueno, que recibí una ayuda extra en un momento jodido que me vino fenomenal y demostró una vez más lo bueno que es mi pareja en los cuidados.

Nunca pensé que para tener varios vínculos se tiene que dar un contexto favorable, me explico. Si tienes hijas, eres autónoma, tienes personas dependientes a tu cargo, básicamente acabas el día agotada con una sensación de supervivencia constante.

Me encantaría volver a sentir aquella montaña rusa que fue descubrir mi nueva identidad no monógama, llena de retos y personas con las que compartir inquietudes. No me refiero a todas las aventuras, que si las releo en el blog desde la energía que tengo hoy, pienso que era superwoman y hoy sería incapaz de gestionar tantos temas.

Es la energía lo que echo de menos, la vitalidad, la curiosidad, la creatividad, la sorpresa, los debates. Por momentos no es solo que me sienta más mayor, han pasado casi 7 años, es como si ya no fuese un lugar para mi.

Llegué a la identidad nomonógama porque me estaba cuestionando mi propia identidad como mujer. Estaba siendo madre a tiempo completo, y llegó un momento que me sentía desdibujada. De todos es sabido que el agotamiento físico afecta directamente al deseo y yo quería desear y ser deseada no una autómata de la vida.

Ahora que mis hijas son adolescentes, estoy separada y tengo la mitad del tiempo para mí,  podría recuperar el activismo, el blog, los debates, y conocer otras personas, y la verdad es que me siento tan aburrida y poco interesante que ni ganas.

Si soy sincera he perdido la chispa que tenía hace años, una picardía que me alimentaba a mí y conectaba con los y las otras. Recuperar ese brillo supongo es cuestión de abrirse pero después de dos años encerrados y pensando que el futuro ahora es más incierto que nunca no sé yo.

Seguramente hay algo todavía que tengo que hacer pero no estoy sabiendo el que. Estos últimos años creía que era acompañar a personas no monógamas en terapia , pero algo me dice que no es solo eso.

Hay algo para mi esperando , seguro que para cuando esté preparada para acogerlo, no sé si será algo significativo o no, pero mientras tanto voy a seguir la inercia que llevamos todos e intentar disfrutar con la que está cayendo.

Plaf

¿Hay una tercera vía?

Los seres humanos tenemos una caprichosa tendencia al pensamiento dicotómico. Nos enredamos en el todo o nada, en esto o aquello, en blanco y negro y casi nunca nos planteamos  otra posible alternativa.

¿Por qué? Supongo que el cerebro quiere certezas cuanto antes, porque lleva mal la incertidumbre, y pensar en esa tercera vía requiere de creatividad y mucho esfuerzo.

En las crisis de pareja a menudo aparecen como un tsunami estas ideas: si va mal hay que dejarlo. No soy feliz, lo dejo. Tenemos una relación tóxica, hay que salir corriendo. Si tú no lo ves claro ya tendrás un amigo o amiga que te lo haga saber, no te preocupes. El consejo te está esperando junto con las cañas.

Hace tiempo que me dio por pensar al revés. Me compliqué la vida de mala manera .Desde que me planteé, porque coño todo tenía que ser una opción entre esto y aquello, y me revelé contra el puñetero paradigma de ganar-perder, voy por la vida sin mapa. Si, si, sin mapa, porque no hay referentes. Muchas cosas las he tenido que crear cuestionando un sistema establecido a fuego, que te recuerda rápidamente que cuando te sales de la norma, vas a sufrir.

Como soy cabezona esta vez no iba a ser menos.

El 1 de diciembre de este año pasará a la historia como un aniversario agridulce. Celebrar cinco años de amor para dejarlo, desde luego no es un buen titular.

¿Qué fue exactamente lo que decidimos abandonar justo el día de nuestro aniversario? Decidimos terminar una etapa de convivencia de 4 años maravillosa por momentos, y desafiante en otros. ¿Por qué? Ya he escrito bastante sobre los efectos de la pandemia en mí y en nuestra pareja. Además en los últimos tiempos se agudizó un malestar que llevaba 4 años en mi pareja por estar alejado 1000km de su hijo. Criar en la distancia es jodido, mucho, y si te lo están recordando constantemente más.

Nos miramos a los ojos leyéndonos las almas. Este amor del bueno que queremos, se estaba quemando por malestares individuales que había que resolver. ¿Podríamos seguir como pareja y además criar a nuestros hijos? ¿Podríamos conseguir el win-win?

Sentados en la mesa de la cocina, ambos vimos, que estando juntos en este momento sin enfrentarnos a nuestros dragones, nuestro amor se iría a la mierda. Nuestra pareja comenzaría a desencontrarse para acabar lanzándose reproches variopintos.

Los miedos nos visitaron. En un primer momento volver a Sevilla parecía el fin de nuestra historia. Norte y Sur, 1000km de distancia ¿Cómo se hace eso? Lloré toda la noche, con una angustia en el pecho tremenda iniciando el camino hacia la tristeza. A la mañana siguiente me susurró al oído ¿hay alguna solución? ¿QUE podemos hacer? ¿CÓMO lo podemos hacer?

Él no lo sabe, pero mientras me hacía estas preguntas, desde el agobio, haciéndome la cucharita, me salió una sonrisa. Estas preguntas iniciaban el proceso creativo y abrían un camino nuevo.

Estuvimos de acuerdo desde el primer instante que nos amamos, nos entendemos, nos coordinamos, nos sentimos compañeros, pero también necesitamos continuar con nuestros proyectos personales y atender nuestras responsabilidades (hij@s y mayores), cada uno en su lugar.

¿Es posible una relación a distancia? Mi respuesta es SI. ¿Es posible una relación a distancia de calidad? SI, SI, SI, o por lo menos lo vamos a intentar.

¿Cómo? Volvimos a la mesa de la cocina y comenzamos a trabajar sobre cómo crear nuestra nueva relación. Que miedos, retos, desafíos, inseguridades, dudas, nos  abordaban. Compartimos una conversación brutalmente honesta, para comenzar a trazar un camino, donde los cuidados fuesen el eje central.

Me vi planteando acuerdos que en otras ocasiones ni de coña se me hubiesen ocurrido, pero que ahora eran sumamente necesarios para crear un espacio seguro para comenzar a caminar.

Fueron 4 días de disfrute, amándonos bonito, de ternura y de pena por despedirnos de una etapa entrañable. No solo hemos compartido casa, hemos compartido nuestro crecimiento personal. No ha sido fácil, ni una línea recta, pero lo que si puedo decir, es que, esta manera de hacer nuestra, nos ha fortalecido, y nos ha permitido crear esta tercera vía.

Estamos lejos pero me siento más cerca que nunca. Nunca nos faltó el  eros(deseo sexual), pero pusimos en riesgo la philia( la amistad) y ahora la estamos recuperando. Nos apoyamos y nos sentimos amigos. Nos cuidamos a través de una tecnología que como hemos comprobado en la pandemia, nos permite estar juntos y conectados.

Tomamos la mejor decisión conectados desde nuestro ágape (el amor desinteresado) y eso nos ha permitido continuar y transformarnos.

El tiempo nos dirá si esta apuesta nos reconforta y nos permite amarnos bonito.

Gracias amor por apostar por la creatividad, por lanzarte hacia el abismo de lo desconocido y por currarlo tanto para que tengamos una relación placentera y cuidadosa.

Hemos recuperado la ternura que la cotidianidad apagó y me siento invencible con tu compañía.

Tu Norte, mi Sur.

¿Hay una tercera vía?

Tres

¿Cómo juntar tres cuerpos? Me es imposible pensar en solo cuerpos sin sus mentes, sus miedos y sus emociones.

Hacer un trio, creo que es una de las fantasías eróticas más frecuentes entre las personas. Lleva en mi biblioteca de fantasías un porrón de años. Cuando he estado sin pareja nunca tuve la oportunidad, supongo que era tan recatada que nunca estuve en el ambiente indicado para explorar.

Con pareja no me fue mucho mejor. La primera vez que lo mencioné en medio de un juego erótico, a mi pareja de entonces, se le cortó el rollo y saltaron todas sus alarmas. Cuando pasó un tiempo me armé de valor para traer esta posibilidad a nuestras vidas y fue un NO rotundo. Otra vez a la biblioteca.

Algunas de las escusas que he escuchado a lo largo de estos años están: “yo es que con otro tío no me siento cómodo porque soy hetero”, “es que con una tía igual os lo montáis y pasáis de mi”. Hay otras, pero estas traen a la luz los miedos más comunes. La comparación, el abandono, no dar la talla,… mierdas varias que nos paralizan, y no nos dejan conectar con el deseo, el placer, la creatividad y el disfrute erótico.

Tras mucho tiempo de portazos con este tema llegó el momento. Lo cierto es que yo me preparaba para una negociación ardua pero la respuesta simplemente fue un ¡vale!. Mi pareja simplemente me dió la mano para compartir el camino.

Bien, ya tenía la puerta abierta. Ahora buscar con quien. Puede parecer una tarea fácil pero a mí no me lo parece. Creo que parte de la dificultad está en mi lista interminable de condiciones para asegurarme de que hay consentimiento claro por todas las partes y que todos y todas estamos cómodos. Ya estoy yo con la gestión en vez de fluir.

Hace un tiempo conocí a un chico en Okcupid, y hablando con mi pareja, le propuse la idea peregrina de acercarnos a conocerle como pareja y ver qué onda. La propuesta fue bien recibida. Este chico está en el mundo liberal y aunque nunca había quedado con una pareja le pareció interesante.

Emocionada, nerviosa y con un montón de miedos, la única manera que se me ocurrió para garantizar mi comodidad y sentir que la situación no me sobrepasaba y que podía apoyar a mi pareja poniendo encima de la mesa que si alguien no estaba a gusto la cosa se paraba y punto, fue hacer un chat  de Telegram a tres.

Igual ellos no necesitaban compartir pero yo sí. Yo si necesitaba hablar de protección, de consentimiento, de cuidados, y sobre todo de la opción de poder decir en cualquier momento que no me siento cómoda o simplemente sobrepasada. Puede parecer que con todos estos condicionantes tan mentales el placer se iba alejando. No es control, es claridad, que otras veces me he visto en situaciones que han tenido un coste emocional jodido

El caso es que funcionó, ese chat nos sirvió para conocernos, para compartir mentes antes que cuerpos y el día que nos encontramos el código estaba establecido.

Entrar en el local de intercambio flanqueada por dos tíos (uno de ellos mi pareja), me dió seguridad para sostener las miradas que por momentos eran incomodísimas. Podía leer las mentes de los tíos que nos veían pasar deseando ver el espectáculo.

Nuestro anfitrión nos lo puso fácil, muy fácil, nos cuidó, nos dijo mil veces que a la mínima incomodidad podíamos cambiar, nos preguntaba cómo nos sentíamos. Nos condujo entre habitaciones y lugares hasta encontrar nuestro lugar íntimo lejos de miradas ajenas.

Fue natural cerrar la puerta para abrir un universo nuevo de exploración, y allá nos sumergimos.

No voy a compartir las imágenes ni los detalles pero si las sensaciones. La risa, las sonrisas siempre estuvieron presentes, las preguntas, los susurros, las miradas cómplices, las caricias y los besos, fueron los ingredientes necesarios para crear un tiempo mágico. Un tiempo de placer y erótica, un espacio para disfrutar de todo el proceso de compartir cuerpos que se encuentran por primera vez.

Podría decir que entramos tres desconocidos y salimos tres amigos. Tres personas que quisieron compartir sus cuerpos y sus mentes en un espacio de igualdad y respeto.

Fue un triángulo sin tensiones y perfectamente equilibrado.

Ahora mi banco de imágenes de fantasías ha aumentado considerablemente y los miedos se han hecho mas pequeñitos. Miramos puertas entreabiertas con curiosidad pero cuidándonos.

Tres

AMAR(SE), taller en la Opencon

Mi sensación de la Opencon 2021.

Os comparto que conseguir plaza en la Opencon, que es el encuentro anual de gente poliamorosa con convivencia en un pueblecito de Ávila, es muy complicado. El día que sacan las plazas, en 10 minutos ya se han agotado.

Este año lo viví como una señal del universo para volver a reconectar con parte de mi identidad de antes de la pandemia. Así que hice mi inscripción a los dos minutos de salir, y ¡bingo! , plaza conseguida.

Se me ocurrió entonces que una forma de volver después de 7 años de la primera vez, era ofrecer un taller. Un “algo” que fuese útil a alguien tras años de experiencia propia y profesional como terapeuta de personas poliamorosas.

Llegó el día y me preparé mentalmente para 6 horas de coche en las cuales podría ir dándole forma al taller.

Lo titulé “AMAR(SE)”, un juego de palabras en una sola que pretendía ir anunciando lo que allí se iba a compartir. Amar a los demás sin amarse a uno mismo es tarea difícil, ya lo decía Erich Fromm en su libro “El arte de amar”.

Solo tenía una idea en la cabeza, compartir uno de mis más preciados descubrimientos, que seguramente es obvio para mucha gente pero para mí fue una búsqueda intensa de cómo no perderme en las relaciones.

Allá va. Creo honestamente que para mantener cualquier tipo de vínculo es necesario mantener primero en nuestro con nosotras mismas. Desde este lugar cualquier tipo de relación se convertiría en una relación poliamorosa. Yo estoy contigo, un vínculo, tengo mi relación conmigo misma, otro, y tú la tienes contigo mismo, otras más. 🙂

Cuando conté esto hubo diversas reacciones. Mantener una relación con una misma pasa por el autoconocimiento, honestidad, aprendizaje de los límites, saber decir que” no” de forma asertiva y tiempo. En una sociedad donde todavía campan los mitos del amor romántico en las relaciones, esta tarea es harto difícil porque darse un lugar por encima de la relación se lee como egoísmo. No lo comparto.

Una persona me dijo que le parecía muy heavy que yo contase mis” condiciones” cuando conocía a una persona y si lo quieres bien y si no, lo dejas, como si no hubiese opciones y yo estuviese en una posición de poder. Nada más lejos de la realidad.

Para mi contar que soy autónoma, tengo tres hijas en custodia compartida, vivo donde vivo y no puedo cambiar de domicilio, no tengo una economía boyante que me permite hacer escapadas de fin de semana exóticas, no es ser egoísta, es ser honesta con la persona para que ella pueda elegir libremente si lo que puedo ofrecer es interesante para ella o vamos a entrar en negociaciones absurdas de todo o nada.

Vale, os compro que estoy en modo no complicarme la vida, pero es que he visto mucho sufrimiento por culpa de la idea de que el amor podrá solucionarlo todo. Así que he decidido ser brutalmente honesta para que nadie se sienta utilizado y yo no tenga la sensación de que me pierdo en las expectativas de otros.

No sé si esto es útil, solo sé que una persona asistente hizo clic y después se acercó para decirme “claro, es eso”, amándonos y responsabilizándonos de nosotras mismas podemos hacerlo con los demás.

En otro post os cuento más cosillas de la Opencon.

AMAR(SE), taller en la Opencon

Construyendo la Pareja 2.0

Tras meses con un discurso catastrófico y gran desesperanza he conseguido reconducir mi proceso.

Todo este tema de la pandemia supongo que nos ha ayudado a muchas personas a replantearnos como queremos vivir. Algunos han cambiado la ciudad por el campo, otros han cambiado su alimentación o se han hecho unos fanáticos del deporte, algunos han mandado a la mierda su trabajo o incluso sus relaciones. Yo creo que he optado por un poco de todo esto.

Mayo fue exhausto de trabajo y enredos varios emocionales. Pensaba, y está escrito en el blog, que mi relación de pareja estaba en los últimos coletazos. Llegué a odiarle, así de claro. Su sola presencia con ese discurso tan monógamo me sacaba de quicio. Me costó entender que tras el discurso todo el rato estaba el MIEDO, y ya sabemos cómo actúa el miedo, nos paraliza, nos bloquea y saca lo peor de nosotros para que nada cambie y todo esté bajo control.

No tengo nada en contra de la monogamia, de hecho llevo años acompañando parejas monógamas y me parece un modelo maravilloso para mucha gente. Lo que llevo mal es que me lo impongan a mí. Y diréis ¿Cómo es esto? Ah, el amor y sus trampas.

No conozco a nadie poliamoroso que no haya sido antes monógamo. Es cierto que ahora las nuevas generaciones ya se plantean otros modelos, maravilla! Pero la gente de mi quinta ha hecho un proceso de la monogamia al modelo que más le encaja. Y así es como me enredé yo.

Nunca pretendí que mi pareja se volviese poliamoroso, ni de coña, pero siempre defendí mi identidad. Me pidió tiempo para darse tiempo y pasaron 4 años, una separación y una pandemia. Hasta este año 2021, que dije ¡a la mierda todo! No quiero este tipo de pareja, no me gusta, no me hace feliz y quiero recuperar mi parte activista.

No es que quisiera volver a tener relaciones con otras personas, no me da la vida, solo quería sentir la libertad y la confianza de poder traerlo a la pareja, hablarlo, indagarlo, explorar como nos sentimos y aprender a gestionar nuestros miedos, inseguridades, límites y creencias. Me di cuenta de que echaba más de menos HABLAR que FOLLAR.

Así que jugándonosla a una carta nos pusimos fecha y propuesta para hacer este proceso de cambio de encontrar el modelo de pareja que más nos satisface a los dos. Un acuerdo indispensable fue hacer terapia. Mi sevillano se comprometió a hacer un trabajo personal potente para trabajarse el miedo y las creencias limitantes. Contó con la ayuda de un hombre terapeuta colega que está trabajando su modelo de masculinidad y esto ha tenido un efecto muy guay. Si queréis su contacto escribirme al mail (saltandolalinearoja@gmail.com).

Mientras el hacía sus deberes yo hacía los mios. Además nos metimos de cabeza en un montón de conversaciones honestas e incómodas, y en una búsqueda compartida de los diferentes modelos de vínculos para ver que nos molaba y que no.

En este caminar, vimos que era indispensable estar abiertos a la sorpresa y la primera llegó. A principios de Junio nos fuimos al sur unos días. Un chico del sur me había contactado a través del blog hacía unos meses y se dio la oportunidad de conocernos. Nerviosos concertamos una cita con este chico y su pareja para comer y conocernos. Fue genial para los dos, diría para los cuatro. La palabra que creo definiría el encuentro es COMODIDAD. Yo me sentí tremendamente cómoda, tranquila y confiada. Miraba a mi pareja y veía las mismas sensaciones en su cara. Creo que le sorprendió sentirse tan bien, sin miedo, sin presión, simplemente dejándose llevar por la vida.

Este encuentro nos ayudó a entender que no hay amenaza si somos honestos entre nosotros y con los demás. Puedo decir, porque lo he hablado con la otra pareja, que fue estimulante para los cuatro y que nos fantaseamos en un encuentro erótico con mucha ternura.  No sabemos si en un futuro se dará o no, pero lo que si tengo que decir es que estoy agradecida al universo porque se haya producido este encuentro del que aprendimos tanto.

Este clic abrió la puerta a otras posibilidades pero sobre todo a unas conversaciones deliciosas y a un mayor entendimiento del otro. El miedo no desapareció, pero sí que aprendimos a mirarlo de frente y a introducir más cuidados.

Y en un verano de exploradores con tiempo juntos pero también separados para mantener nuestros espacios personales hemos llegado a Septiembre, la fecha.

Puedo decir que estamos iniciando nuestra versión Pareja 2.0, el curro no ha terminado y no podemos confiarnos. Vemos claro que necesitamos el trabajo personal para no caer en los abismos y sobre todo necesitamos seguir hablando. Atrás han quedado los portazos a las conversaciones incómodas, bienvenidas sean.

La segunda sorpresa del verano queda para otro post,jejejeje.

Construyendo la Pareja 2.0

Ni idea

Pues vaya debo de seguir un poco congelada en todos los sentidos. Acabo de mirar mi última entrada y ha pasado mogollón de tiempo. ¿Ha pasado algo interesante? Pues NO.

Bueno si, ya no estamos en estado de alarma, y parece que algunos y algunas se han tomado esto como el pistoletazo de salida hacia no sé qué o no sé dónde. Yo siento que sigo en estado de alarma interna, y creo que me va a costar interiorizar que puedo pasear tranquilamente con mi perra por la noche sin mirar el reloj.

Otra de las cosas que me va a costar es socializar. Tengo una pereza loca en el cuerpo, que me impide ver las ventajas de quedar con gente que hace mogollón que no veo para hablar de la mierda que hemos pasado. Igual hay gente que le ha ido genial, pero lo que más me estoy encontrando es gente que directamente ni lo menciona, lo cual me parece sospechoso.

Igual soy una “neuras” y yo si necesito decir que ha sido jodido, que todavía me resulta raro no ver bocas acompañando palabras, y que dudo todo el rato en como presentarme. Me resisto a pasar página sin darle espacio a algo que ha trastocado la vida de millones de personas.

También me pregunto muchas veces que quiero celebrar, “quedamos y celebramos”, no lo pillo del todo. Evidentemente soy una afortunada porque estoy aquí y los/las cercanas también, pero no puedo evitar pensar en los sueños truncados, me produce una tristeza infinita y pienso que este trauma colectivo nos pasará factura.

Me está quedando un post súper pesimista pero es que no tengo ni puta idea de cómo se resuelve esto. Supongo que es temporal y que de alguna manera las cosas se recolocarán en algún lugar. Ahora pienso en no exigirme demasiado así en general. Estoy en modo “ser funcional” y concentrar toda mi energía en el curro y la crianza. Lo demás está en tan segundo plano, y me produce tanta pereza, que ni idea de cómo reconectar con la pasión y la emoción de conectar con otras personas.

Noto también cierta desconfianza. Esta situación ha deteriorado tanto las relaciones afectivas por momentos, que si yo no me siento muchas veces yo, puede ser que el otro o la otra tampoco se sienta él o ella, y no sé si quiero conectar en estas circunstancias.

En fin, el verano trae calor, así que igual es el momento ideal para acabar de descongelarse.

😉

Ni idea

Descongelando

Estoy comenzando a descongelarme con la llegada próxima de la primavera. Noto que empiezo, poco a poco, a salir del estado de apatía en el que estaba sumida. Todo me da pereza, nada me parece interesante, pero le estoy poniendo mucho empeño en seguir las señales de mi cuerpo y ponerme en movimiento.

No pensaba que iba a sufrir las consecuencias de la fatiga pandemia. Le puse mucho trabajo personal y consciencia para no dejarme ir, pero de alguna manera me fui.

Lo que más me está costando es socializar. Volver a contactar con mis amistades y conocidos sin que haya una pantalla por medio me cuesta horrores. No es miedo, es pura pereza y no sentirme yo misma.

Hace unos días comencé a preocuparme porque la idea de esta distancia social no me parecía nada negativa. Mi socialización más directa pasaba por quedar a tomar un café o un vino. Lo virtual es solo para el trabajo, y no he conseguido encontrarle otra función, aunque no dejo de escuchar que la gente liga mogollón por instagram.

Yo estoy tan empanada que el otro día me llegó un mensaje de una chica para “jugar” virtualmente y pensé que me lo mandaba a mi instagram laboral y le contesté de la forma más formal que pude. En cuanto me di cuenta de que era el personal me quedé cortada, la verdad. No sé si era una chica real o un perfil falso o yo que sé, el caso es que la sola idea de ponerle tiempo, energías y buena cara me dirigió directamente al sofá y otro capítulo de The Crown.

Está claro que llevar mucho tiempo desconectada de la seducción tiene sus consecuencias. Mi número de pantalones holgados es superior a los vaqueros pitillo ajustadillos. No me he puesto un tacón en dos años, me podrían hacer accionista de cualquier marca de playeras. Tanto tinte en casa hace que tenga el pelo multicolor, no es abandono, que yo soy de las que da el curso online con los labios rojos y perfume, ya me dirás pá qué. Es el pasotismo típico de la que se siente invisible. Supongo que no soy la única que se siente así. El estar en casa y que la ropa confy sea tu súper outfit no ayuda.

Se de sobra que el deseo se trabaja y que volver a conectar con mi parte seductora solo depende de mí. Qué cuando el cuerpo se pone en funcionamiento quiere reproducir aquellas sensaciones placenteras. Yo por si acaso tengo el satisfayer cargado y voy a cruzar los dedos para que esta gris Galicia se abra a los rayitos del sol y activar el cuerpito dando paseos.

Movimiento, eso me está pidiendo el cuerpo, para salir del estado congelado. Físico , no mental, que de ese ya he tenido bastante todo este tiempo y estoy hasta el coño de pensar.

Si fantaseo, me imagino danzando, y a la vez me invade la tristeza porque todavía no se ve el horizonte y entonces vuelvo a congelarme. Estoy siendo prudente, no quiero soñar con vacaciones en lugares, música de fondo, un atardecer y un vino, me parece irreal. Vuelve la apatía y me siento tranquila en mi casita. Es todo muy contradictorio.

Por un lado se lo que me viene bien pero por otro hacer planes me lleva directamente a la frustración. Así que voy a ir a poquitos, a movimientos que me permitan sentir el cuerpo, ir engrasando las articulaciones y despertar de la invernación.

Mientras hago este proceso me voy a dejar acompañar de  las preciosas palabras de Rupi Kaur: “no la perdiste, la felicidad siempre ha estado aquí-solo perdiste la perspectiva”.

Descongelando

Que hacer con la culpa

¿Qué haces cuando te sientes culpable? Aunque me repito como un mantra que yo no obligo a nadie a tomar decisiones y que siempre pienso que las personas eligen libremente, en el fondo no siempre es así.

Yo he podido elegir muchas veces desde una situación de privilegio, pero otras personas no han podido porque la situación de partida no era la misma y las habilidades que tenemos cada uno/a son diferentes y las situaciones puntuales te pueden llevar a tomar decisiones incorrectas o poco acertadas por miedo.

Durante los últimos 20 años de mi vida desde que me independicé, no he estado nunca sin pareja. Salí de casa de mis padres con 24 años vestida de novia creyendo que el amor me daría la felicidad. En breve me di cuenta de que no, de que la felicidad no debía de estar en manos de otros. Era joven y veía la vida de la pareja a través de TODOS los mitos del amor romántico.

Tengo una tendencia insana a ser salvadora. Recorre mis genes, y en mi sistema familiar está muy presente el estar hacia los demás, los cuidados, las causas perdidas, el aguantar y el ideal de que aquello que cuesta mucho es valioso. Mierda de religión.

Yo quería amar, amar hasta el infinito, ensanchar, compartir, crear, realmente amar el amor. Es como una idea filosófica que no soy capaz de llevar al mundo terrenal. Está en mi cabeza de una manera clara, puedo sentirla en momentos, pero el mundo real la devuelve al mundo de la fantasía cada dos por tres.

Somos diferentes, diversos y diversas, peculiares, con modos, con matices y eso es la belleza. Cómo aquello que te enamoró puede convertirse en lo más dificultoso, es un acertijo que no logro resolver. Hace que las relaciones comiencen y se acaben, o por lo menos esa es mi experiencia.

En mi teoría filosófica contemplé siempre la posibilidad de que las relaciones comiencen, evolucionen, muten y se nutran. Qué estén en una revisión constante para ser el campo de cultivo de nuestros mejores “yo”. Nunca pensé que viviría una y otra vez el estancamiento, a veces en la crisis esa famosa de los tres años, o a los siete o a los diez.

Hay un momento donde lo más conocido se hace desconocido y extraño. Donde pedir lo más sencillo es incomprensible para la otra persona. Aparece entonces la desconfianza mutua, porque yo no quiero ser un libro conocido e interpretado al que dirigirse con los “es que tú siempre o tú nunca”.

Imaginé las relaciones llenas de sorpresas y un lugar constante de experimentación. Un lugar seguro donde poder mostrar la vulnerabilidad de lo difícil que es a veces la vida. Donde compartir los desvelos pero también los triunfos y sobre todo donde sentirse ser en plenitud.

Fina Sanz habla en sus Vínculos amorosos del modelo de Interdependencia, ese que son dos circulitos que se cruzan para crear un espacio común pero que mantienen intacta la identidad. Es un modelo donde no hay poder ni jerarquías, donde cada uno/a puede mantener su jardín secreto interno y crear un jardín común.

Esta teoría la he explicado mil veces en mis talleres y no he sido capaz de llevarla a la práctica. En mis relaciones aparece en algún momento el poder. Surge cuando mi pareja se acomoda, se relaja, y siente que está todo hecho y comienza a disfrutar de la seguridad de creer que conoce al 100% a la persona con la que convive.

Yo soy poliédrica, inconformista y en constante cambio. Me gusta vivir tranquila sí, pero la curiosidad por el mundo exterior e interior, las personas, las relaciones, la transformación social, y la idea de dejarle un mundo mejor a mis hijas, me lleva a estar  en constantemente  movimiento.

Soy incompatible con lo estático, conformista, individualista, pesimista, y aquel o aquella que siente que no puede hacer nada, y que todo el pescado está vendido y en manos de unos pocos. Ojo, no soy una utópica e ingenua, soy capaz de ver cómo nos manejan y manipulan, como nuestros clics hacen que perdamos libertades y estamos enganchados a lo digital.

A pesar de toda esta parrafada me siento culpable, porque mi estándar es excluyente. No soy capaz de aceptar aquello que no me deja crecer aunque haya amor. Es aquí cuando comienza el autoengaño, la esperanza, la posibilidad de que el otro o la otra vea mi verdad como algo maravilloso y renuncie a su identidad. Este proceso es totalmente contrario al amor y aquí me enredo.

He pensado muchas veces porque narices cogí la pastillita de Matrix que me sacaba de la norma. Hoy me ha preguntado mi terapeuta porque lo hice, que fue exactamente lo que me hizo clic en el coco un día para comenzar a pensar y actuar de esta manera. Mi respuesta fue que no me sentía libre, sentía que estaba haciendo correctamente el papel que me había tocado social y culturalmente, y sencillamente me cansé.

Salirse de la norma tiene un coste elevado. Mis amistades más cercanas no entienden nada de todo lo que pienso y por lo tanto recibo consejos enlatados y manidos que automáticamente cuestiono y que me separan de ellas/os. Me cierro en mi cuevita de autocuidado sintiendo las señales del cuerpo para encontrar mis propias respuestas. Se siente soledad si , pero igual ese es el destino que tanto miedo me daba.

Gozo de una red afectiva muy amplia y siento el privilegio de sentirme querida. No pienso que las rupturas relacionales sean un fracaso sino una etapa. Celebro y agradezco lo aprendido y lo compartido, y me queda siempre mucho amor y ternura.

La tristeza es necesaria para avanzar y en estos momentos de pandemia está mucho más presente.

Al mañana le pido una sonrisa y salud para tod@s.

Que hacer con la culpa

Vivir con las contradicciones

Que este pasado 2020 ha sido un año atípico creo que nadie lo puede cuestionar, que ha estado lleno de eslóganes, tampoco.

Llevo unos ´días escuchando lo del “principio del fin” a raíz de la vacuna, el hit parade de la pandemia, el “resistiré” a todas horas, el “de esta salimos mejores” hacia la mitad, para infundir ánimos acompañado de la idea absurda de que esta situación nos haría seres más sensibles, solidarios y comprometidos.

Mientras nos taladraban con todos estos mensajitos, nuestros políticos se daban de hostias verbales aprovechando cualquier miseria para sacar rédito, nunca en mi vida imaginé tanta bajeza humana, tan poca cultura democrática y sobre todo la falta de respeto y prudencia.

A nivel individual creo que la gente ha hecho lo que ha podido, sin más, y eso ya es la leche. Hemos aprendido a convivir en una nueva normalidad donde nada era normal, y yo en concreto a disfrutar de mi reducida vida social. Al principio me asusté un poco, pero después supongo que me acostumbré como el cuento de la rana que ponen en una olla con agua calentita y cuando hierve ya no tiene escapatoria.

He tenido tantas incertidumbres y tantas preocupaciones, que pensar en relacionarme con más gente me producía un cansancio infinito. Mantenerme cuerda me ha llevado bastante tiempo, y solo pensar en gestionar o otr@ sacaba un instinto de egoísmo y odio hacia esa persona.

Creo que la capacidad de amar y la curiosidad que he sentido toda mi vida se han visto considerablemente reducidas este año. He sentido una pereza infinita con el tema virtual, y vista la situación de distanciamiento social y aislamiento, la única manera de conectarse con el mundo ha sido a través de aplicaciones y redes sociales. Pienso que como laboralmente me he tenido que convertir en online total llevar las relaciones humanas a ese plano fue como una negativa total.

Soy consciente que a mucha gente las aplicaciones, el “Sexting” (práctica que me parece maravillosa, ya escribiré sobre ello), el Instagram y el tiktok les han dado la vida, e incluso han encontrado pareja/s, bien por ell@s. Yo directamente, he sentido un profundo rechazo a conectarme, flipa, yo, que lo que más me gusta en el mundo es conectar con gente.

Hoy ya es 2021 y parece que es un año lleno de posibilidades, yo estoy escéptica. No tengo ni idea de cual tiene que ser el movimiento que comience el cambio, pero siento que todo esto que ha pasado, además de tristísimo, ha puesto de manifiesto lo insostenible de nuestra sociedad en cuanto a los cuidados. Y no me refiero solo al tema recursos médicos sino a todo lo que no es productivo, al pensarse, al sentirse, al compartirse, al apoyarse.

Nos miramos desde los balcones unos a otros durante un tiempo esperanzados. Hemos pasado las fiestas en pijama, alejados de nuestras familias, o, aunque la puesta en escena del edredón de la Pedroche era como para troncharse, yo no podía evitar las lágrimas pensando en la cantidad de gente que se nos fue este año en soledad, ¿Cómo se repara eso?

Yo soy de las afortunadas porque mis mayores se han envasado al vacío para evitar una amenaza que les aterrorizaba, y supongo, que no por el hecho de morir, que hacia ahí vamos todos, sino morir en soledad. Lo que ha pasado con nuestros mayores es de una crueldad infinita y sin duda dejará un trauma colectivo que tardaremos mucho tiempo en superar.

En todo esto he pensado este año, observando la vida pasar a través de las ventanas físicas y virtuales, en cómo nos relacionamos. No tengo respuestas, y ahora mismo que se acercan los reyes magos me cuesta pedirles algo.

Ha sido un año lleno de contradicciones internas y externas, con muy poco margen de actuación y mucho impacto.

2021 danos un poquito de tregua.

Vivir con las contradicciones