Revisando expectativas

Mi nivel de indignación ha llegado a límites elevados en estos últimos meses. Cuando crees que ya lo has visto todo viene la vida y ¡zas! , te da otra hostia.

Mi comienzo de año fue difícil, la angustia de un futuro incierto en todos los sentidos, creado por  la separación inminente, puso delante de mí un montón de retos. Me puse en modo superviviente “tira pa lante con lo que sea”. Las navidades serán recordadas por el golpetazo que mi expareja dio encima de la mesa. ¿Estaba en su derecho? Claro que sí, todo el mundo tiene derecho y el deber de buscar su felicidad y cambiar aquellas situaciones que le perturban.

El tema es, cuando voy a dar el notición, que va a doler a un@s cuantos, ¿tengo un plan b? Si la respuesta es SI, será doloroso sí, pero por lo menos cuidadoso. Si la respuesta es NO se avecina el caos y el desastre. Este fue mi caso. Todavía recuerdo la cara de mis padres ante la noticia que salía de la boca de mi expareja: “quiero comenzar una nueva vida con mi pareja”. Sus caras no eran de asombro porque yo había hablado con ellos. Se tornó en desconcierto cuando le dijeron que lo respetaban pero que como quedaba la cosa. La cosa, éramos mis hijas y yo, un piso, mi carrera, la economía familiar,… resulta que se le había olvidado pensar en eso.

Yo solo improviso cuando trabajo, el resto del tiempo soy planificadora. Soy autónoma, y tengo tres hijas, así que me paso la vida encajando el puzzle. Como decía me puse en modo resolutivo. Primera llamada a mi abogada que le estaré eternamente agradecida, segunda llamada a una amiga que tiene una inmobiliaria, y a resolver.

Solo diré que en todo este tiempo he tenido suerte de estar lúcida gracias a mi red afectiva, que habría mandado a la mierda todo y a todos, que hubo detalles feos y miserables, y que solo tenía una única razón para hacer todo lo que he hecho y la manera en que lo hice, mis hijas.

Ahora que ya pasó la mitad del año 2019, que recordaré toda mi vida, me doy cuenta de lo agotada que estoy. Es una mezcla de tristeza, decepción y hartazgo. Han sido meses de finales y comienzos. La disolución de la comunidad y el comienzo de la convivencia con mi pareja, que no pretende ser convencional y hay que ver cómo queremos estar y ser. Nueva casa, eso sí que me hizo ilusión, nuevo lugar de trabajo, nueva economía, y la mitad del tiempo con mis hijas.

En mayo comencé a meditar porque solo con la terapia no era capaz de sostener la situación. Mi terapeuta me dijo que tengo que estar atenta a mis señales, aquellos auxiliares de vuelo que me dicen que algo no está bien, escucharlos y no apagar sus voces confiando en que todo el mundo es generoso y bueno, empático y con ganas de entender y cambiar, simplemente esto no pasa. Yo estoy tan ensoñada con vivir en comunidad que se me olvida que estamos en la época de más individualismo, que la gente lee y va a cursos sobre los cuidados para ver si encuentran en los demás aquello que muchas veces no son capaces de ofrecer. Es una época extraña.

A veces toda esta situación me parece subrealista. Tengo que revisar mis expectativas porque voy dándome trompazos a diestro y siniestro.

Un día me vi tomando café con mi ex para arreglar cosas de las niñas y preguntándole como le iba, me entero que ya no está con esa pareja con la que quería comenzar una nueva vida,”no sabes cómo acabé de harto con ella, hasta las narices” me dijo. En ese instante creo que debí de poner la cara de Uma Thurman en Kill bill porque estuve 3 años y medio viendo en directo el ejemplo perfecto de pareja tóxica y neurótica perdida. Se lo dije yo, se lo dijo su psicóloga,… todos lo veíamos claro cristalino menos él. A menudo me pregunto porque no puse yo el límite, porque dejándose él abusar yo también me dejé abusar. En el fondo caí en la trampa más tramposa del amor romántico, el amor todo lo puede y seguro se dará cuenta. Una mierda. Otra de las trampas como feminista fue la sororidad. ¿Cómo me voy a poner en contra de ella? Es él el responsable de poner límites en su relación para que no contaminen todo su entorno. A la mierda la sororidad, la que es mala es mala. Mi terapeuta me dijo una vez: “irá a por todas, hasta que lo consiga todo no parará”. Y lo hizo pero no calculó bien el último golpe, mis hijas.

En este café me esperaba un “algo”, una frase del tipo,”ahora me doy cuenta de que a lo mejor no lo hice bien, o igual fue muy duro para ti verme en esta relación”. Pues no. Ni  hubo ese algo ni lo habrá. Son estas cosas las que me llevan a la tristeza, a darme cuenta de cuanto di y lo poco que me cuidé, lo que me expuse y confié, y todo esto me lleva a mi momento presente.

Estoy tan quemada que he tenido que anestesiar toda una batería de emociones que me encantan pero ahora no puedo atender. Solo permito que salgan en el trabajo y con mis hijas. Me di cuenta estando el otro día con mis compañeros de fórum, seres amorosos dispuestos a abrazar y cuidar, y me escuché entrando en el centro para decir que soy difícil de cuidar y que ahora mismo no quiero que me toquen las gónadas y no estoy para abracitos.

No he tenido tiempo para entrar en el duelo, vivirlo, acogerlo, aceptarlo y soltarlo. He tirado, y cuando encuentro otra piedra, salto y tiro, un rio, salto y tiro, y ya me cansa. Sueño con trabajo, con la identidad, con personas que son algoritmos pero no son auténticas. Sueño con mariposas monarca que invaden mi antiguo salón y mueven sus alas a la vez perturbándome.

Trabajo conectada con la cordura y con la responsabilidad, pero cuando llego a mi vida normal hay cosas de chiste. Problemas que podrían resolverse con una simple frase se alargan días. Bucles de mal humor que ya no tengo paciencia para aguantar.

Quiero poder estar mal, estar triste, alejar a aquellas personas que trastocan mi cotidiano con sus demandas que no puedo  o no quiero atender. Es ahora cuando me estoy dando cuenta del cansancio acumulado en estos 6 meses, que comenzar una nueva vida no es fácil y que necesito calma, no solo en mi mente sino en mi entorno más cercano.

Voy a elegir, a elegir personas, a elegir momentos, y conversaciones que quiero tener y cuáles no. Voy a darme tiempo y vacaciones para poder conocer a esta nueva yo, seguro es emocionante.

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