Alicia

Alicia empezaba ya a cansarse de estar sentada con su hermana a la orilla del río, sin tener nada que hacer: había echado un par de ojeadas al libro que su hermana estaba leyendo, pero no tenía dibujos ni diálogos. «¿Y de qué sirve un libro sin dibujos ni diálogos?», se preguntaba Alicia.

Así pues, estaba pensando (y pensar le costaba  cierto esfuerzo, porque el calor del día la había dejado soñolienta y atontada) si el placer de tejer una guirnalda de margaritas la compensaría del trabajo de levantarse y coger las margaritas, cuando de pronto saltó cerca de ella un Conejo Blanco de ojos rosados.

No había nada muy extraordinario en esto, ni tampoco le pareció a Alicia muy extraño oír que el conejo se decía a sí mismo: «¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Voy a llegar tarde!» (Cuando pensó en ello después, decidió que, desde luego, hubiera debido sorprenderla mucho, pero en aquel momento le pareció lo más natural del mundo). Pero cuando el conejo se sacó un reloj de bolsillo del chaleco, lo miró y echó a correr, Alicia se levantó de un salto, porque comprendió de golpe que ella nunca había visto un conejo con chaleco, ni con reloj que sacarse de él, y, ardiendo de curiosidad, se puso a correr tras el conejo por la pradera, y llegó justo a tiempo para ver cómo se precipitaba en una madriguera que se abría al pie del seto.

Un momento más tarde, Alicia se metía también en la madriguera, sin pararse a considerar cómo se las arreglaría después para salir.

Al principio, la madriguera del conejo se extendía en línea recta como un túnel, y después torció bruscamente hacia abajo, tan bruscamente que Alicia no tuvo siquiera tiempo de pensar en detenerse y se encontró cayendo por lo que parecía un pozo muy profundo.”

 

Así comienza “Alicia en el país de las maravillas”, es un libro que está conectado con mi mito de vida y que adoro. Mañana me voy a Sevilla y es como entrar en esa  madriguera. Me marcho una semana a una ecoaldea para volver a meterme de lleno en el mundo de Forum y acabar así mi formación y creo que una etapa de mi vida.

 

Estoy dividida entre el miedo y la esperanza. Llego al final del 2016 súper cansada, física y emocionalmente, y busco la calma como bálsamo, pero creo que voy camino del pozo,jajajajajajaja. Hasta hace unos meses meterme ahí me parecía un reto interesante. He invertido mucho este año en entender mis emociones, desenredar patrones aprendidos y ordenar pensamientos.

Ayer fue un día lleno de “casualidades oportunas”. Por la mañana tenía un Skype con mi mentora para repasar todo mi viaje interior de este año y fue demoledor. Alicia aparece rotunda como cuento para darme un mensaje este año. Cuando creo que ya lo tengo aprendido llega el Gato de Cheshire y me la lía parda y vuelta a aprender y desaprender. Mi mentora me dice que el señor Mindell hace una referencia a Alicia en su libro Quantum mind y ya flipo. Cierro el Skype entre lágrimas recordando los momentos difíciles pero también los bonitos y las ganas de seguir.

2010-cheshire

Estoy blandita y emocionada cuando empiezan a llegar what up de “¿quedamos?”. Un amigo me chantajea vilmente mandándome fotos de mi regalo de cumpleaños para que quedemos antes de irme de viaje. El lunes conseguí darle esquinazo, quería protegerle de mi mal humor y comentarios sarcásticos, pero nada, el tío va y me da en donde me duele, sabe que soy tremendamente curiosa y zas caigo.

En cuanto llego al restaurante intento poner mi cara más alegre y me sale una mueca de mierda. Me siento y me da mi regalo. Lo abro y es una lámina con un texto haciendo un círculo en el centro. Le miro y pregunto:¿Qué es? Su repuesta: un libro, y pone cara de pícaro. Comienzo a leer la letra diminuta y es “ALICIA”. Mi cara es de desconcierto total y emoción máxima. No me lo creo, ¿Cómo? Le miro, le miro a los ojos profundamente  y me recuerda que él es mi conejo blanco y dejo de luchar. Estar de víctima no me va a aportar nada, creer que tengo derecho a estar en la tristeza jurando en arameo no es sostenible para mí, él me lo recuerda y me da una patadita en el culo recordándome que soy yo la que decido como quiero estar  y sentirme. Y por fin empiezo a hacer caso.

Así que ya tengo menos miedo, miedo a abrir los capítulos dolorosos de este año,  porque he conectado con la esperanza y quiero pasar de la “protesta a la propuesta”, y ver en esto una oportunidad de cerrar el círculo de este año y comenzar el 2017 con alegría y abierta a descubrir nuevas oportunidades.

Voy a sumergirme en el pozo, abajo empieza el mundo  de Alicia, con aventuras, retos, momentos surrealistas, elecciones, y oportunidades, como la vida misma vamos, y yo quiero vivirla y soñarla, no quedarme a la sombra del árbol tranquila viendo pasar las estaciones.

A la vuelta veremos cómo sigue el cuento, mientras voy a intentar que no me corten la cabeza,jajajajaja.

 

 

 

 

 

Alicia

Nómada

Dentro de una semana y poco, estaré celebrando mi cumpleaños, ya caen 41.

Este año sin duda ha sido de los más difíciles de los últimos tiempos. Ha sido un año de contrastes. Por un lado parece que empiezo a despegar en mi nueva profesión tras un año lleno de esfuerzo y dedicación a tope, pero en el terreno personal no acaba la cosa de despegar.

Mañana es un día importante para mí. Trabajaré para la administración en un evento que es innovador y promueve otras formas de hacer las cosas. Es una oportunidad fantástica, y un reconocimiento a mi profesión como facilitadora pero tiene un tono agridulce. Mi entorno se ha alegrado muchísimo de que por fin llegase este momento, me apoyan, me  arropan, se ilusionan, pero me habría gustado compartirlo con otras personas que consideraba importantes y necesarias en mi vida y no están, sobre todo una.

Todos absolutamente todos los días me acuerdo de mi Dibujante. No sé nada de su vida, no hay ningún contacto, no soy capaz  de olvidarle y no quiero hacerlo, no tengo porque hacerlo.

Me despedí diciéndole que entendía su posición, agradeciendo los momentos compartidos, respetando la distancia y saliendo de su vida para borrar todo el rastro de haber pasado por ella ,supongo que solo así el tendría oportunidad de continuar con la suya. Yo decidí no dejar de amarle, nada me obliga a no quererle aunque ya no esté en mi vida. Suena a locura, lo sé, a que voy a estar anclada ahí a un recuerdo, no avanzaré y sobre todo no pasaré página. Puede ser. No tengo que cerrar mi corazón para volver a sentir. Es cierto que me siento limitada ahora mismo, y además de un montón de miedos, acuso el cansancio de haber recibido varios golpes duros e inesperados este año, ¡que duro ha sido!

Mi dibujante me puso el nombre de “Coleccionista de sueños”, he conseguido uno: mi vida profesional, y estoy contenta, satisfecha y esperanzada, veo la luz y puedo seguir soñando con nuevos proyectos de esta parte de mi vida.

Soñé también con ser nómada y este año lo he cumplido a medias. He viajado todos los meses del año menos este. En sofás y camas de amigos, viviendo en comunidades, incluso una okupa, y ahora acabaré la semana que viene en una ecoaldea. A todos estos lugares me han llevado mis estudios y las ganas de aprender, experimentar y compartir.

Quería ser también nómada de personas, visitar, viajar y vivir experiencias con ell@s. Las he vivido, pocas pero intensas, pero no he conseguido conservar ninguna el tiempo suficiente como para consolidarla. Experiencias límite, complejas y cortas. En la distancia sin distancia, con pasiones frenadas y emociones desbordadas, con sueños imposibles y realidades amargas, pero sintiendo a tope, así soy yo. Me quedo con los aprendizajes, que seguramente sean sabios aunque ahora no me dé cuenta y no los valore.

Hace cuatro días quería volver a Matrix, quería dejar de sentir dolor, ese dolor acumulado de “por favor no puedo asumir más”. Es suficiente para mí ya. Me metí en la cueva para cuidarme y volver poco a poco a recuperar la calma emocional y han venido a joderme a la cueva. Concentré toda mi energía en el trabajo y me seguí relacionando con el mundo en modo “piloto automático” intentando pasar desapercibida pero no ha sido así. Parece que molesto a algunas personas por el hecho de existir, de estar ahí, de tener una “posición” o un “lugar”, y yo pienso que lo que les jode es mi identidad, como soy, y aunque triste y mas apagada sigo siendo yo, y estando donde estoy, y mi cueva me protege y es mágica, y me encanta haber conseguido llegar a mi yo más auténtico aunque a veces me aleje de algunas personas, ese es el precio.

Voy a salir de la cueva, no sé cuando, para seguir siendo nómada, volveré a conectar con otr@s aquí y allá ,y seguiré siendo molesta y querida, espero más querida que molesta, pero lo que si se es que seguiré conectada con mi esencia.

Nómada

«Me gustan tus pies»

En este intento de fluir y sacar la patita de la cueva he tenido un gran descubrimiento sobre mí, sobre los ritmos de las personas, sobre no forzar y la importancia de vivir todas las fases del desamor.

Cuando más bajita estaba de ánimo apareció una lucecita pidiendo paso para conocerme. Ya conté como me lo encontré y en qué estado estaba él, pasando su propio duelo. Desde un principio yo me plantee la historia sin presiones, sin expectativas y con calma, y lo mismo le plantee a él. Supongo que para él concentrar toda su energía en una nueva relación anestesiaría su propio dolor. Para mí era claro que no era una opción mágica para olvidar y desde el principio dejé claro lo que estaba dispuesta a dar y lo que no.

Decidimos fluir pero no confluimos en las maneras. Mientras yo estoy en el autocuidado, dedicada a escucharme y dándome tiempo para ir curando el corazón, él, como buen disfrutón de la vida, se dedicó a intentar enamorarse para así salvar su alma. Igual el objetivo concreto no era tanto enamorarse como si intentar tener una conexión brutal para que toda la energía negativa desapareciese y con eso el dolor.

Yo sentí la conexión amistosa desde el primer momento, de hecho yo creo que la tuvimos siempre a lo largo de estos años, pero sentir que esa persona te desarma y te vuelves líquida, eso no lo sentí. Sentí ilusión si, y curiosidad, y creo que en el fondo también proyecté en él la posibilidad de salir de este bucle melancólico que tardará en irse.

En este caminar de ir conociendo profundamente a una persona me topé con la duda. Como dice él, “soy una duda con patas”, y mi claridad no consiguió deshacer su duda. Le sentí mareado de aquí para allá, por unas y por otros, llenando sus vacios y sus dudas, pidiéndome que abriese mi corazón sin ser él capaz de abrir el suyo, para conectar, pero sobre todo para que tuviese sentido. Es curioso porque desde aquí yo le he tirado de las orejas diciéndole:”eh, chico, para, y si, conecta, pero primero contigo mismo”. Y de eso se un rato largo, porque es lo que yo estoy aprendiendo y me está costando mucho.

Llegó el malentendido  y donde el no veía conflicto yo veía una oportunidad de hablar y de aclarar donde y como queremos estar. Él sabía el QUE, y es tan fácil como “yo sé que te quiero en mi vida”, pero nos faltaba el COMO.

Fui dejando miguitas para seguir un rastro para que el entendiese mi difícil COMO.  Los cuidados de los espacios para hacer sentir especiales a las personas son fundamentales para mí, y que caray yo quiero lo mismo. Ahora no quiero ceder un ápice esa necesidad que tengo de ser cuidada, y esto no significa mimada, pendiente, consentida, sino respetada, escuchada y sentida. Y lo ha intentado, y ha pedido aprenderlo, y ahora lo haremos, sí señor, pero no desde la idea de tener que amarnos  para curar nuestros respectivos dolores, sino desde la amistad que también es otra forma maravillosa de querer.

Ayer lo entendí, fue de repente, un chasquido en la mente mientras nos comíamos mutuamente intentando conectar a través del sexo. Sentí que no estaba presente, que cada caricia le trasladaba a otro escenario y que su energía por mucho que yo intentase jugar no iba a cambiar. Y no me importó, porque  entendí cual es el momento en el que estamos y que cosas necesitamos los dos, y está claro que es una conversación cómplice con un buen vino, con caricias de sofá y besos tiernos pero cada uno con su propio dragón, y a ese hay que enfrentarse solos. Y me hizo un regalo que me emociona, porque en un intento de sellar el “solo podemos darnos hasta aquí”, masajeó mis pies y me pareció el momento más bonito que he vivido en estos últimos meses de lucha contra el olvido.

Hoy me he levantado ligera, serena y sabiendo que ayer fue un punto de inflexión y no solo con él sino con mí propio proceso. Ahora me siento más libre para quererle sin tener que forzarme a sentir rápido y conectar, porque la conexión siempre existió aunque yo la negara, y aunque este no sea el momento quien sabe lo que el futuro nos depara. Solo se que yo también te quiero en mi vida.

«Me gustan tus pies»

Un recuerdo erótico

Hoy tuve un típico día melancólico de Otoño. Me encanta esta época del año es cuando me siento más metidita en mi. Me gusta la lluvia, el frio, ponerme una bufanda y  escribir con un café humeante al lado mientras escucho el viento.

Pero ayer por la noche me desvelé, me puse a pensar en mi momento bufff y no se me ocurrió otra idea que ponerme a leer el mail de despedida de mi última relación “n” veces. Lo sé, tenía que haberlo borrado.

Como resultado esta mañana estaba como una zombie, para colmo de males tenía mogollón de trabajo, frio y mocos, vamos una pinta bárbara.

Al medio día había quedado con mi compa para pegar carteles del Taller por la ciudad y tenía un humor de perros. Entramos en una librería conocida y me acordé de repente de comentarle que estoy leyendo el libro que me recomendó, “Tu sexo es tuyo” de Silvia de Béjar. Si no lo tenéis, ya estáis tardando en comprarlo, porque vamos, debería de ser de obligada lectura desde los adolescentes hasta los 100 años, para parejas, impares, polis y lo que sea.

Total que entre pegada y pegada de cartel y enlazando con el tema del libro nos pusimos a comentar. No es que esté yo muy juguetona últimamente ni seductora tampoco, y ya me puedo poner las pilas para conectar con esa energía porque si no haré un taller de mierda, pero me dispuse a escuchar.

Empezamos a comentar temas sexuales y sacar ideas para próximos talleres cuando tras comentar un par de desastres le comenté: yo tuve un amante que el tío le gustaba muchísimo follar. Cuenta, cuenta , me dijo.

“¿sabes que la primera vez que quedamos en un motel me mandó ir al baño y cuando salí  había llenado la habitación de velitas?” conté,mi amiga se quedó ojiplática. Que un tío con el que has chateado durante un mes y con el que has acordado probar para ver si puede ser un compañero de juegos  sexuales te haga algo así ya pinta bien. Y vamos ese fue el comienzo de una historia de cómo se disfruta a tope del sexo. No solo era generoso y hábil, sino tremendamente creativo y en el mes que pasaba de un encuentro a otro sabía crear una atmosfera sensual de la leche.

Ese encuentro que empezó con la velas y que yo me había preparado como el que entrega una solicitud en el ayuntamiento, en plan, bueno es el primer polvo, es difícil aunque yo vaya desinhibida que salga de pm, acabó de manera pasmosa con un ofrecimiento de la mejor naranja que he tomado en mi vida. Tras estar jugando, chupando, lamiendo, succionando, oliendo, mordisqueando , besando, riendo infinidad de tiempo hasta que nuestra excitación era extratosférica, acabamos jadeantes, exhaustos y satisfechos, se levantó y de su bolsa sacó una naranja que peló e impregno toda la habitación de un aroma exquisito y me dijo: «toma, come ,necesitamos reponer fuerzas». Morder aquel gajo fue como tener otro orgasmo.

Cada encuentro tenía sorpresa. En el siguiente se hizo 150 km con un témpano de hielo en un túper. Cuando acabamos nuestra sesión de sexo me puso boca abajo y me pidió que cerrase los ojos y de repente me pasó el tempano de hielo por la espalda para a continuación ponerse encima. El contraste de las dos temperaturas me catapultó al infinito.

Un mes me tuvo eligiendo unas bragas negras de encaje a través de mensajes para prometer rompérmelas con los dientes. Lo hizo, pero además me prohibió quitármelas durante dos horas de sexo intermitente y es de las imágenes más eróticas que tengo en mi mente gracias a un espejo fenomenalmente colocado. Por supuesto se las llevó destrozadas y me mandó foto de ellas colocadas en su taquilla.

Seguí contando unos cuantos detalles mas mientras seguíamos pegando cuando de repente me pidió el teléfono, jajajajajajaja. “Si no lo vas a llamar tú ya lo hago yo”, me dijo. Lo cierto es que podría hacerlo, hace más de un año que no le veo pero siempre dejó la puerta abierta a volver a reencontrarnos.

Creo que ahora mismo no tengo energía para jugar aunque sería  sobradamente consentida por alguien que le encanta excitar y dar placer, sin vergüenza, sin complejos, saboreando cada rincón y quemando con cada mirada.  Era un autentico disfrutón del sexo y nunca un gruñido me pareció tan erótico. Decir a su favor que su edad  (más de 50) era garantía de una amplia experiencia y desde luego mucho más energía que algunos de 25.

Recordar este episodio me ha sacado una sonrisa desde luego pero ha seguido lloviendo después.

Quien sabe igual un día me animo a ponerle verano a este otoño.

Un recuerdo erótico

Ritmo pausado

Ahora mismo estoy disfrutando de mi momento hacia adentro de una manera nueva.

Nunca me gustó el aislamiento. Soy un ser muy sociable y necesito estar relacionándome con gente como el respirar, pero la manera ha cambiado. Antes me relacionaba “hacia” los demás cuidando, y eso me desgastaba. Ahora quiero relacionarme “con” los demás y conservar la energía para mí. No lo entiendo como algo egoísta, sino como una nueva forma de relacionarme conmigo misma directamente y no a través de mis relaciones.

Esta nueva forma me permite ser más compasiva conmigo y observar el proceso de recuperar la confianza en las posibilidades  que surjan sin sentir presión. No tengo que hacer nada, puedo fluir e incluso permitirme no hacer.

Ahora estoy conociendo a alguien. Los momentos vitales son parecidos pero los objetivos distintos. Mi momento actual, el que creo que puedo sostener sin implicarme emocionalmente, es una relación de tipo sexual. Fluir en el mundo de la sensualidad es tremendamente creativo e inspirador.  Entiendo su momento vital, pero su objetivo es emocional y esto me descoloca un poco. Enamorarse, implicarse, sentir son palabras que en estos momentos me quedan demasiado grandes, y aunque empiezo a quitar corazas quiero darme mis tiempos.

Aunque mi objetivo es claro él me está poniendo una trampa que conecta de manera bestial conmigo: la ternura. Mi plan era crear un espacio de encuentros donde conversar e ir creando una confianza para convertirnos en amantes sin amar. Necesito el juego para volver a recuperar mi poder y mi confianza. La realidad, una no consigue que sus planes salgan perfectos porque ya  hay alguien que viene a trastocarlos.

Los encuentros eróticos que yo me había imaginado estaban cargados de tensión y sensualidad. También llenos de caricias y ternura, no me parece incompatible, pero sin esa necesidad de conexión profunda que te da el amor.

Nunca he tenido problema con este tema anteriormente. Me costó mucho aprender a follar después de tener en el ADN de mi sistema de creencias , que el sexo iba vinculado siempre al amor. Me tiré 20 años haciendo el amor, y descubrir el sexo como fuente de placer y empoderarme en ese lugar fue liberador.

En nuestro último encuentro sin embargo descubrí algo nuevo para mí. He elegido no abandonarme. Me explico, no me estoy boicoteando para no tener orgasmos, simplemente estoy disfrutando de mis encuentros con gran placer y sintiendo cada roce pero no quiero abandonarme al orgasmo, es como si hubiese decidido retrasar la entrega de ese momento para cuando realmente esté preparada. El motivo, que aunque no hay un vínculo emocional hay un cariño que él está empezando a enroscar a mi alrededor para conseguir llegar a ver mi alma y yo no me dejo. Me mira, me mira profundamente a los ojos intentando desentrañar los misterios que están en esta cabecita. Yo me muestro tal cual soy pero esa profundidad la tengo reservada solo para mí en estos momentos y no quiero compartirla. Me intenta hipnotizar con sus cantos de sirena para ver si a través de las notas consigue llegar a mi corazón.

He sido honesta desde el principio con lo que puedo ofrecer ahora mismo. Soy consciente de que él tiene su propio plan y sus estrategias, y la ternura es una de ellas. Me susurra divertido en el oído que voy a caer en su embrujo y me sonrío a la vez que me excita su atrevimiento. Está siendo divertido. Estoy siendo prudente  y no creo que esté poniendo muros, solo quiero estar despierta y sentirme cómoda, y que él también lo esté.

No sé si llegará el abandono, la entrega, la conexión profunda, o ese orgasmo simultaneo que tan bien se le da y yo veo como una quimera, y además no necesito, pero mientras, vamos a seguir tocándonos en el sofá mientras conversamos y nos medimos con la mirada.

 

Ritmo pausado