Los retos que aparecen

Después de un proceso largo de adaptación y como contaba hace poco vivimos en tribu. Se supone que ahora habría que seguir dando pasos pero lo cierto es que no veo hacia dónde. Ahora mismo solo pienso “virgencita querida que me quede como estoy”.

No ansío nada, no espero nada más que seguir viviendo lo que me ha ofrecido la vida  haciéndolo con coherencia. Apoyar a mis compañeros con sus proyectos de vida, seguir consolidando mi trabajo y mi formación, educar y acompañar a mis hijas, y ahora que parece que la economía también nos da un respiro empezar a buscar tiempo para el ocio.

Vivo con normalidad mi circunstancia, con retos, si, no lo voy a negar, porque todavía no encajamos como familia en la sociedad. No ocultamos nada, no nos movemos en el mundo de los secretos pero tampoco damos explicaciones a nadie. Si hay una preocupación no son los adultos sino poner una carga extra en mis hijas.

El otro día hablaba con mi hija mayor sobre su instituto. Este es el primer año, nuevas amigas, nuevas profesoras, otro centro y la pubertad. En nuestra casa recibimos a mucha gente diferente. Se quedan a dormir compañeras mías, profesoras, amigos, incluso tuvimos durante todo el año pasado gente de todos los lugares del mundo alojados. Están acostumbradas a ver gente y compartir su casa, pero el otro día noté que no quería traer a su amiga del insti porque no sabe lo de mi pareja y no sabe cómo abordarlo. No sé si se avergüenza de nosotros o es que no es capaz de explicarlo, igual es todo a la vez.

Abordé la conversación de forma directa cagadita de miedo como no. ¿Qué decirle si me dice que es mi vida pero que ella quiere una familia “normal”? No quiero que deje de hacer cosas que le corresponden y me encantaría recibir a sus amig@s en casa, como así lo viví yo con  mis padres. Le expliqué que no tenemos que esconder a mi pareja, pero si le podemos decir que vive con nosotros y explicar cómo es vivir en comunidad, eso me parece más fácil que explicar que “mi madre duerme en una habitación u otra según el día”. Creo que  mientras haya un discurso claro y seguro no hace falta dar detalles. Lo cierto es que no quiero joder su vida social y que la juzguen, la discriminen por lo que hacen sus padres que es ajeno a ella. Lo único que se me ocurre es generar espacios de dialogo para que ella pueda expresar cómo se siente y ver qué podemos hacer entre tod@s para sentirnos mejor. Igual necesita un fin de semana al mes de familia de origen para sentir que eso no desaparece. Creo que uno de sus miedos es que yo no quiera a su padre , algo que hemos hablado muchas veces pero igual las palabras no acompañan los actos tal como ella necesitaría. Tengo que preguntarle.

Se preocupan, l@s hij@s se preocupan y se agobian, y nosotr@s con ell@s. Queremos que no sufran pero sufrir es parte de la vida, y también tiene aprendizajes. Ayudarlas a ser seres resilientes puede ser algo bueno para ellas pero sin necesidad de exponerlas a la sociedad sin herramientas.

Estaré atenta, hablaré con ellas para ver cada poco como se sienten y compartiré con ellas como me siento yo, no se me ocurre mucho más que hacer. Lo que tengo claro es que no quiero que vivan con secretos y miedo. Incertidumbre y dudas son ingredientes habituales y necesarios para aprender, y mientras encontrar modelos para poder explicar la diversidad y sino asumir que somos pioneros en esto y ver las ventajas de ello. Cruzo los dedos para saber explicarlas bien.

Cuanto aprendizaje a través de ellas y por ellas.

Los retos que aparecen