Yo definiría el momento actual como agridulce. Por un lado, llevo desde Mayo rodeada de enfermedades varias e incluso fallecimientos, en concreto uno inesperado y bastante impactante por ser una persona joven que se iba tras no vencerle la batalla a la legionela.
Surfeando con la vida estamos, sería el estado de whats up.
Por otro lado, mi tribu, como yo la llamo, sigue su curso. Cada un@ encontrando su lugar y sinteniéndonos tod@s mas comod@s. Los acuerdos que estaban se vuelven a indagar y a negociar, los tiempos, las obligaciones, el cansancio del ritmo frenético que llevo conciliando vida familiar y laboral, todos son ingredientes de esta forma de vida, no muy diferentes de las parejas habituales.
Llevamos todos estos retos cotidianos propios de la convivencia y de vivir con dos parejas de la manera mas fluida y divertida posible. Cada una asumiendo su responsabilidad, y cuando no es así porque no es capaz de gestionar lo que toca, pues pidiendo ayuda en la tribu.
En todo este devenir surgen cosas que me flipan y me recuerdan que vivo la vida que quiero y que me trae regalos maravillosos.
Esta semana organizamos una barbacoa en casa porque nos apetecía y de un plan improvisado salió una velada maravillosa. Primero éramos 6 a cenar, la tribu, al rato se amplió con mis padres, y en plenas brasas me llamó mi “Lola” que estaba cerca de mi casa y si bajaba a tomar un vino. Le dije que se uniese a la fiesta y se vino.
Escenario: mis dos parejas, mis padres, las niñas, la perra, el primer hombre del que me enamoré cuando abrí la pareja allá por el 2015 y yo. Evidentemente entre ellos se conocían, no a mis padres, pero vamos, que acabaron encantados y lo pasamos muy bien.
Entre solomillos, chorizos y vino fue transcurriendo la velada. Mi madre cada vez que se metía en casa me decía: “pero que guapo es este chico”, refiriéndose a” Lola” y yo le animaba a que se lo dijese que se que le encanta, ella se sonreía y seguía con el tono picaron. Yo por dentro me estaba partiendo con la situación, y el poder del que sabe todas las relaciones que existen entre las personas. Miraba a mis padres con curiosidad imaginando “¿Qué estarán pensando?” y al final lo que pensaron es que tengo suerte de estar rodeada de gente tan maravillosa, me lo comentó mi padre días después.
Mis padres se retiraron pronto y en cuanto nos quedamos los cuatro a solas se produjo un momento de esos mágicos de la vida. Nos pusimos a hablar y a compartir entre todos como habían sido las experiencias vividas entre nosotros, sin tapujos, con libertad, con honestidad ,y cuales habían sido los retos y las dificultades ,y porque en su momento no fue para adelante la bonita historia de amor de verano. “Lola” lo definió muy bien, era nuevo para todos y cada uno hizo lo que pudo y supo dentro de lo “anormal y variopinto” de la situación.
Han pasado años y de aquella bonita historia quedó una maravillosa amistad, y a mí en concreto, la sensación de que no tengo que dejar de querer a una persona por no estar con ella. A nuestra manera estamos, y lo que es mejor de todo, no solo está conmigo sino que forma parte de mi mundo y me encanta.
Fue una velada inolvidable. Para mí fue compartir un momento atemporal donde se mezclaron historias del pasado con las de presente y la certeza de que tenemos algo especial entre nosotros cuatro. Respeto, cariño, empatía, colegueo, guasa, comodidad y creo que confianza. La gocé.
No se si yo soy creadora de esta atmósfera, ni idea, pero que ellos son especiales y maravillosos si lo sé, y que, a nuestra manera, estamos cambiando nuestra forma de estar en el mundo, también.
Os amo lindos.