La charla

Dentro de dos semanas y media daré una charla sobre Poliamor en la facultad de medicina en unas jornadas organizadas por la Oficina Local de Saúde reprodutiva, Sexualidade, VIH e outras ITS de ME.I.GA, cuando tenga el cartel os lo compartiré.

Se pusieron en contacto conmigo para ver si quería participar y me pareció una buena oportunidad de dar a conocer otras formas de amar y relacionarse, en definitiva otras opciones.

Comencé a pensar en que enfoque darle a la charla porque yo no soy sexóloga, ni una intelectual de esto, ni represento a ningún colectivo, es mi historia personal. Ya hay mucho escrito sobre el tema y así lo pondré en mi presentación, así que, ¿Qué contar que pueda ser interesante?

Me metí en internet a explorar que se decía sobre el poliamor y ya entré en cólera. Los titulares llevan siempre la palabra “sexo, sexual, sexualidad”… en fin, que la prensa como siempre metiéndole morbito al tema. Creo que ya os conté que una periodista de un programa de aquí me preguntó si esto era lo de vivir en trio y cambiar parejas. Por supuesto la mandé a que se documentase y no volví a saber de ella.

Así que ese será el enfoque de mi charla, lo que no es el poliamor, y sobre todo pretendo crear un dialogo con las asistentes para intentar deshacer los mitos.

Supongo que la gente no pensará que esto es como el programa “Españoles en el mundo” que llegas y todo chupi piruli  (Cuatro sacó un reportaje sobre una familia poliamorosa europea donde todo era paz y armonía). La realidad, como todo, tiene luces y sombras, y si ya es difícil tener una pareja o una relación imaginaros varias.

Quiero dar mi opinión personal sobre que esto no me parece una evolución ni una revolución, no lo pienso, y a menudo tenemos esta discusión en nuestro grupo de poliamor. Creo que es una opción personal a la cual puede llegar cualquiera, tenga trabajo personal hecho o no, solo se necesita curiosidad y espíritu crítico.

Sobre lo revolucionario, el amor libre está desde tiempos inmemoriales, y la historia está llena de amantes conocidos por cónyuges y asumidos con normalidad. Si me parece un gran avance relacionarse de forma honesta y poner en práctica formas de comunicación más empáticas y amables con nuestros semejantes. Pasar de las luchas de poder a la cooperación y la colaboración, para que todos crezcamos y ganemos.

Amar sin poseer, en libertad, cuidando, ese si me parece un paradigma revolucionario pero no es nuevo, a ver si lo ponemos de moda otra vez.

Quiero escuchar lo que opina la gente sobre el poliamor, los miedos, los retos, las desconfianzas, sus curiosidades, y compartir mis aprendizajes, que como no, vienen de cagarla infinitas veces. También compartir los logros, los anhelos y las fantasías de conquistar un futuro donde más cosas sean normales.

De momento estoy tranquila y confiada en que llegará la inspiración si no me pongo el listón muy alto y me dejo fluir. Veremos como va.

La charla

Hacer un «reset»

Llevo un tiempo pensando en cómo construimos las parejas, para que, y sobre todo como se mantienen. La mía, ha sufrido un desgaste considerable con esto del poliamor. Lo que en un principio supuso un reto interesante y nos aportó mogollón el primer año, se ha convertido en una carga difícil de gestionar. Si ya es difícil mantener una pareja, varias ya se convierten en toda una obra de ingeniería.

Además de  la  pareja como organización, estamos los individuos, cada uno con sus tiempos y sus ideas, sus vivencias y sus creencias, y sin darnos cuenta podemos pasar de aquella frase inicial de “es que es como si lo conociese de toda la vida” (de los primeros encuentros) a “es un auténtico extraño”(cuando pasan los años).

En medio pasa la vida, hipotecas, hijos, proyectos laborales, responsabilidades familiares, y sin darte cuenta has dejado de lado el seguir trabajando en tu pareja. Yo lo he hecho, he puesto por delante mi proceso de crecimiento personal y el cuidado de mis familiares, y he dejado en un plano secundario la pareja. Sí, he hecho esfuerzos por reencontrarme y ver cuál era mi papel, y cuando me he dado cuenta de cual estaba haciendo no me ha gustado nada.

En nuestra pareja siempre nos funcionó bien el trabajo en equipo, si nos hubiésemos presentado a las olimpiadas de montadores de muebles de Ikea sin duda estaríamos en los primeros puestos. Es ahí donde nos hemos sentido “iguales” y cómodos. Mi cambio personal comenzó a crear una distancia entre nosotros y creo que no supimos adaptarnos a ese nuevo cambio.

Mi pareja me escribió hace años  que veía como yo despegaba cual cohete supersónico y él mientras se sentía como una locomotora de carbón por el desierto de Arizona. En ese momento me pidió tiempo, que le esperase. La realidad es que a eso se añadieron otros ingredientes que pedían paso  a toda mecha y las diferentes velocidades nos han ido desconectando. Si a esto le añadimos falta de comunicación, ya tenemos el caso típico para una terapia de pareja.

Parece una situación típica de no retorno, donde las desconfianzas, las incomodidades y los silencios se han convertido en los protagonistas del día a día, pero hay algo en mi esencia que lucha contra esa idea tan tradicional. Me cuesta asumir las cosas “porque si” sin darles una vuelta. Creo que ambos hemos cocreado esta situación y es desde ahí desde donde tenemos que deshacer para trasformar. Ya desaprendimos lo de la pareja monógama , nos costó mucho pero lo hicimos en equipo, vale no salió que te cagas y seguramente tengamos que seguir y seguir aprendiendo, pero había algo sano en como lo hacíamos. No hablar nos ha conducido a un callejón sin salida que hace que los dos nos demos de cabezazos contra un muro y busquemos caminos paralelos para seguir nuestras vidas.

Mientras pensaba en esto se me ocurrió una idea ¿se puede hacer un “reset”?¿podemos volver a construir una pareja con otros objetivos, sinergias, intereses, formas de comunicación, respeto por nuestro crecimiento personal(cada uno a su ritmo), sinergias para apoyar proyectos comunes e individuales, nuevos límites personales, otras formas de vincularse?

Y de repente me vino un SI gigante, solo tenemos que querer hacerlo y probar. Si yo no salgo de la idea de que “esta pareja la salvo yo o se va a la mierda”, me la cargaré. Yo no puedo hacer las cosas sola ni hacer las cosas de los otros, solo puedo intentar hacer las mías lo mejor que sepa y pueda. Lo que sí puedo hacer es confiar en que juntos encontraremos la manera, y este será nuestro patrón emergente.

¿Cómo lo vamos a hacer? Paso 1: reconocer que ni puta idea pero por lo menos ponerlo encima de la mesa.

Hacer un «reset»

Caja de bombones

Hace casi un mes que no escribo. Las navidades y las vacaciones escolares no me han dado tregua. El inicio de año ha sido tan inesperado  y contradictorio que he necesitado un tiempo para recolocarme otra vez.

En el anterior post hablaba de mi sanación, de cómo había conseguido salir por fin de la cueva y volver a estar en el mundo presente y abierta a la vida. Con esa energía llegaron las Navidades. Es una época que no me emociona la verdad, ahora un poco más por las niñas y que se juntan todos los peques, pero yo sería feliz si me teletransportasen a Febrero.

Conservando la esencia de “no hacer nada”, entendámonos, no estar proactiva vamos, sino dejándome fluir, conseguí no vivir con estrés estas fechas. Paralelamente a todas las comidas, eventos, compras y demás, yo vivía un proceso contradictorio.

Terminé el año con un regalazo. Una personita maravillosa entraba por casualidad en mi vida, y lo que en principio iba a ser un encuentro casual de una larga noche comenzó a transformarse en una dulce historia.

Desde el día que llegué no dejamos de comunicarnos, y ambos entendimos los mensajes que nos lanzaba el mundo y nos animaba a probar. Una dulce locura con 900km de distancia pero que el Skype hace que vivamos uno en la vida del otro a través de una pantalla. Dentro de 4 días pasaremos del 2D al 3D y será la recogida más maravillosa que haga en el aeropuerto de los últimos tiempos.

Este encuentro será el que nos de pistas para seguir escribiendo nuestra historia común, para ver si las palabras se sienten, se viven, nos transforman, y a partir de ahí veremos cómo y que podemos construir.

Tengo ilusión y nervios, ganas y miedos, pero sobre todo agradezco a la vida tener la oportunidad de vivirlo y a él de apostar por un “nosotros”. Él está “asustado”, no había oído hablar del poliamor en su vida hasta ahora, y como buen monógamo no sabe cómo “gestionará” según qué cosas, pero si sabe que quiere intentarlo, y eso ya de por si es alucinante para mí.

Hemos construido un nosotros a distancia a través de una comunicación directa, abierta, fluida, donde las inseguridades y los miedos se afrontan, donde las alegrías se celebran y comparten, y donde hay permanentemente unos cuidados exquisitos del uno hacia el otro sobre nuestros temas individuales y sobre lo que nos rodea. Ambos tenemos hijos, ambos hemos vivido en pareja, nos ha tocado la crisis de lleno para hacernos más duros y resistentes, y somos de 75, una añada con personalidad.  😛 y sobre todo queremos sentir.

Paralelamente a este proceso ilusionante y maravilloso que me mantenía conectada con el amor, mi pareja se desvanecía como arena entre los dedos. Diciembre suponía un mes de cambios y vaya si los hubo. Mi pareja tuvo dos encuentros en ese mes y antes de las navidades decía romper. No pregunté, solo le dije que estaría acompañándole, respetando su duelo y que fuese él el que me pidiese lo que necesitase en cada momento. Pidió soledad y que no le cuidase, y así fue.

Como la vida es una caja de bombones como decía Forrest Gump, un día me tocó el bombón amargo. El día 1 de enero de 2017 me levantaba con un sobrecito de Gmail en mi móvil, era un correo de mi pareja. Las navidades habían estado bien, y a pesar de que él estaba en su proceso estábamos viviendo un buen momento en familia.

Abrirlo ingenuamente fue abrir la puerta a la perplejidad. Hablaba la rabia y el rencor, hacia mí, hacia el mundo, hacia las situaciones, hacia las incapacidades, pero sobre todo hacia él mismo. Su intención nunca fue hacerme daño, era un acto de transparencia innecesaria. Honestidad, si, adelante, sobre todo reflexionada, pero sinceridad vertida como mierda sin control es simplemente cruel.

Me dieron las fuerzas para preguntarle cuál era su intención con ese correo y me deshice en lágrimas al leer las cosas que pensaba de mí. Lo que me sostuvo para  no volver a mi cueva fue el mantra “no hacer nada, no hacer nada”, y no sentir que ese proceso era responsabilidad mía.

Hace tiempo desterré la culpa de mi vocabulario y la sustituí por la responsabilidad. Me costó 4 años desaprender una creencia judeocristiana que va a fuego desde niñ@s para aprender otra forma de estar en el mundo.

Carmen Durán dice en su libro de “El sentimiento de culpa” que “el sentimiento de culpa tiene una importante función en nuestro psiquismo: nos lleva a ocuparnos del bienestar ajeno o a ajustar nuestros deseos y los de los demás en un saludable equilibrio. Asimismo, permite restaurar las relaciones, recomponer los vínculos y facilitar la convivencia. Sin embargo, este sentimiento tiene otra cara: aquella en que la culpa nos atrapa y nos carga de exigencias y reproches por asuntos que no están en nuestras manos. Se convierte, entonces, en un lastre y una auténtica tortura.  Destaca la importancia de la liberación que supone asumir nuestra verdadera naturaleza para no estar en guerra con uno mismo; en esa pugna que nos impide alcanzar la serenidad y la paz interior.”

Ahora estamos en una situación de stand by, yo viviendo mí historia de amor en privado, sin mostrarla, sin compartirla con la intensidad y cariño que se merece para protegerla y cuidarla, y a la vez no haciendo nada y confiando en que mi pareja encuentre su luz.

Estoy concentrada en mis amores, mis ardillas preciosas, que se están despertando a la vida y les toca vivir estos momentos amargos. Estoy tejiendo una red de seguridad alrededor de ellas pero también dejándolas aprender, porque así es la vida, contradictoria, con momentos dulces y amargos, y todo junto.

Yo me siento confiada en que cada cosa encontrará su lugar y su momento, y mientras tanto me guardaré un bombón dulce en el bolsillo para mi espera en el aeropuerto.

Caja de bombones