Mente abierta, corazón abierto y voluntad abierta.

Estos días estoy triste. Sumado a mi duelo emocional por la separación emocional con mi marido, se añaden las dificultades de tener que gestionar mi relación actual, la convivencia, sacar el curro adelante, los estudios y la crianza, con mínima energía.

De todas estas cosas que han formado parte de mi vida en los últimos 14 años son los problemas de relación los que mas me agotan. Discusiones cíclicas y vacías, indignaciones máximas, acusaciones, justificaciones al infinito y blablablá.

Estos días comencé una formación del MIT online sobre Teoría U que pretende dar herramientas para transformar el mundo y a nosotras mismas. No solo tiene una mirada amable, sino que los ingredientes básicos son: mente abierta, corazón abierto y voluntad abierta.

Es pasando por estos tres lugares y en este orden como se pueden encontrar soluciones de futuro diferentes que sean mas justas, mas amables y nos den satisfacción, a nosotras y nuestras organizaciones.

Para poder acceder a estos tres niveles hay que ir acompañado de una herramienta fundamental: la escucha. Pero no una escucha cualquiera de contenido, datos, palabras y frases, sino una escucha empática y profunda.

Como facilitadora nos enseñan a escuchar así, o por lo menos a intentarlo. Consiste en no solo escuchar el contenido, sino en suspender los juicios y dejarse sentir, lo tuyo y lo que transmite la persona. A menudo los problemas de grupos y parejas son por la falta de escucha, o no se oye o no se entiende, y de ahí a los malos entendidos hay un casi nada. Del malentendido al conflicto donde lo que importa no es mantener la relación sino tener razón ya no hay marcha atrás. Y finalmente llega el vector de la violencia, donde pasamos de víctima a agresora en un plis plas.

¿Cómo sucede? Comienza por una injusticia (un comentario, un acto, la ausencia de este, …), da igual si es grande o pequeña. El impacto nos produce una emoción primaría que nos produce un shock. Ante esta emoción que muchas veces no somos capaces de gestionar existen tres respuestas posibles: lucha(ataque), huida (pasando de todo) y congelación (me quedo bloqueada).

Como no hemos gestionado esta emoción nuestro sistema de creencias empieza a criticarnos,” no es para tanto” (y nos lo comemos) y marginamos aún más la emoción. Andamos por el mundo doloridas, pero todavía funcionamos y seguimos con nuestras vidas, hasta que empezamos a ampliar nuestro sistema de creencias revelándonos y sentimos rabia y asco, y comienza el deseo de justicia y venganza.

Hecho! ya tenemos todos los argumentos necesarios para decirle a la persona que mas quieres que la culpa es suya porque bla bla bla…., porque tu siempre blablablá, y nunca blablablá, y te has convertido en una perfecta agresora y vuelta a empezar.

¿Cómo se evitaría? Expresando la emoción inicial. Creo además que si todas pudiésemos decir cómo nos sentimos con los impactos todo sería mas fácil. Poder explicar como estás, si estás cansada, preocupada, angustiada, premenstrual, o lo que sea, vale para hombres y mujeres, y que alguien te abrace diluye todos los pasos posteriores y nos hace mas compasivas y la vida mas fácil.

Para poder hablar de eso necesitas una oreja. Alguien del otro lado que escuche con mente abierta, es decir, que no piense que lo que le vas a contar viene cargado de juicios y acusaciones, que solo necesitas poder compartir tu momento en el que te sentiste así.

También necesita un corazón abierto, que sienta empatía. Que por un momento se pregunte si detrás de ese tono cabreado hay una frustración, un miedo, una pena o una impotencia, seguro que esa oreja que escucha alguna vez se ha sentido así y puede conectar con eso. Es desde ahí cuando nos podemos mirar a los ojos y hay conexión.

Mientras se discute la gente no se mira. Mira al infinito buscando rápidamente argumentos para llevar razón, hacer daño o dar la última estocada al otro. Es curioso ver los cuerpos cuando la gente discute y como se expresan.

Que bonito sería terminar las discusiones con un “no puedo entenderte, pero estoy aquí”, porque no siempre es fácil de entender, pero acompañar lo es todo, porque no siempre hay solución y ese afán de muchas personas por solucionar lo enturbian todo. Yo muchas veces no quiero una solución, solo quiero compartir como me siento.

Este sería el final ideal, la voluntad abierta, a veces será comprender, otras acompañar, sostener, desaparecer, empoderar, dar tiempo… ayudar a la persona que tienes al lado con lo que necesite y para eso hay que escuchar, y si tienes dudas de que hacer preguntar estaría bien, asegurarse nunca está de más.

Cuanto necesitamos aprender ¿seremos capaces? Para trabajar no me cuesta, es como poner un piloto automático de mente de principiante curiosa, oreja supersónica y conexión con lo que siento yo y un montón de preguntas.

Dice Otto, lo primero siempre: escuchar, escuchar y escuchar. Con todo, con mente, corazón y voluntad, pero sobre todo con ganas.

Hoy no me sentí escuchada, igual yo tampoco escuché, no lo niego, seguramente ya estaba en mi vector de violencia comiéndome mi emoción de frustración a tope y con ganas de compartirlo, pero no había oreja. Y así es, un bucle infinito que lleva ocupando mis últimas terapias para encontrar soluciones porque quiero mejorar, quiero tener una relación sana y que no acabe y sea posible.

Me invaden dos sentimientos: uno de soledad y otro de incapacidad. Yo sola no puedo hacer que esto funcione y me agoto, noto que me agoto por momentos. Tengo que lidiar con mi pena todos los días porque convivo con mi persona amada y compañero, con el que además me llevo de coña. Y con mi pareja surgen desencuentros por las cosas mas chorras. Necesito ayuda con mi vida, ya se que sola no puedo desde hace años por eso me gusta vivir en comunidad.

Me metí en esta historia comunitaria con mente abierta, corazón abierto y voluntad abierta. Sabía que la convivencia exige mucha negociación, retos diarios entre tod@s los miembros de la familia. Confiaba en que cada uno asumiría su responsabilidad y ayudaría a los otros de manera igualitaria. Que la alegría de un@ se convertiría en las alegrías de todas, y que la tristeza de uno sería acompañada por las otras, no siempre es así.

Hoy tenía que hacer un ejercicio de “camino empático” y directamente me he llevado una hostia en toda la frente. Queriendo compartir mi emoción me di de bruces con el complejo, ese que dice Jung que tenemos todos y nos jode la vida. Ese que no nos deja escuchar , que nos recuerda momentos pasados y parece que reproduce relaciones anteriores, patrones conocidos que no nos dejan ver un futuro diferente.

Hoy uso mi blog como oreja disponible, como descarga ante tanta impotencia y hartazgo hacia la cobardía.

El conflicto es un punto de transformación, si queremos. Y alguien me dijo no hace mucho que su referente nunca se había enfrentado a nada, y ahora que tenemos la oportunidad de cambio estamos cada uno en un lugar, dándonos la razón desde una mente cerrada, corazón anestesiado y sin voluntad, sintiéndonos victimas sin expresar emociones.

Hoy se me ha acabado el humor.

Mente abierta, corazón abierto y voluntad abierta.

Aprendiendo mas sobre los celos

Esta semana me acabé el  “LIBRO DE LOS CELOS” de KATHY LABRIOLA que me trajo mi marido del encuentro de la Opencon y es súper recomendable , no solo para relaciones abiertas sino para cualquier tipo de relación.

Lejos de poner los celos como algo altamente corrosivo y defectuoso del ser humano , trata el tema como es, una emoción universal que sentimos todas y todos en cualquier parte del planeta. Claro está que el contexto cultural influirá en la manera en la que se activan los celos y en que temas o situaciones se desencadenan.

El caso es que me lo estaba leyendo con curiosidad científica y pensando en hacer un futuro taller sobre este temazo para 2019, cuando me acordé de las múltiples ocasiones que yo he sentido celos y que emoción los desencadenaba.

El libro habla de tres: miedo, tristeza e ira. Detrás de todo episodio de celos está una de estas tres emociones básicas o incluso algunas combinadas. Me acordé entonces de un curso sobre celos que hicimos con una coach al principio de todo, cuando abrimos la pareja y como los ejercicios nos ayudaron a gestionar los primeros encuentros con otras personas fuera de la relación.

No hay recetas mágicas pero si métodos para sobrellevar los celos y que no te conviertas en una hidra autodestructora, aunque creo recordar que yo dejé una vez que me invadiese ese espíritu y en cierto modo fue liberador porque pude mostrarme débil y no sabionda, y ser mirada con compasión y cuidada.

Las personas que llevamos un rato viviendo así se nos olvidan esos episodios. Solemos caer en la soberbia de la experiencia cerrando los ojos ante posibles situaciones futuras, pero lo cierto es que vuelven y vuelven, algo habrá que aprender.

Otra de las cosas de las que habla el libro y me ha quedado como un rum rum es que las relaciones abiertas ,con esto de que hay que acordarlo todo y negociarlo todo se convierten es eso, en relaciones de negociación.

Todos aquellos momentos de explosión romántica y creativa de la ENR se empiezan a convertir en espacios de negociación más profundos y sesudos que las jornadas de la ONU. Las miradas de amor bobaliconas, los temas insustanciales se convierten en miradas de análisis detectando cualquier señal de contradicción y los temas son siempre los mismos. Baterías de preguntas interminables de ¿Cómo quieres hacer? ¿cuándo quieres hacer?¿qué quieres hacer? Parece que necesitan respuestas inmediatas y acertadas y el agobio se apodera de la relación.

Desaparece la fluidez y la confianza, y entra el control disfrazado de “vamos a hacerlo bien para que todo el mundo esté bien, aquí mis propuestas, que son súper molonas”. Vamos , vamos si me reconozco yo  en este papel que ahora mismo quiero olvidar de la tirria que me da.

Creo que en todo este proceso eterno de gestión se nos olvida el objetivo principal, amar. Y para amar hay que tener el corazón abierto, pero también la mente abierta y la voluntad abierta, como dice mi querido Otto Scharmer, y una de las cosas fundamentales, dejar que cada persona tenga su ritmo.

Hace años que me dedico a acompañar parejas y este tema aparece muchas veces, los ritmos. También lo he vivido en primera persona, yo megacelerada directa al amor sin frenos y mi pareja empezando a entender de que iba la movida, y al revés. Esto nos ha generado muchos conflictos y muchos daños. Ahora me doy cuenta de lo necesario de respirar, de tomar distancia de las emociones avasalladoras, que te mantienen “on fire” y te vuelven loquísima, pero dejan pasmada y congelada a la persona de al lado.

El libro ayuda, la terapia ayuda, los grupos de apoyo ayudan, y todo junto seguro que también ayuda. Habrá gente que quiera hacerlo sola, respirando, dándose sus tiempos, cuidándose, perfecto también. Creo que todas las opciones son buenas para empezar a entender que nos pasa.

Este viernes está planificada una charla para seguir dando a conocer otras formas de relacionarse, todavía no se si saldrá o no. Igual todavía no se da el clima para que se aborde este tema en determinados lugares pero seguiré dejando la puerta abierta para las personas que quieran acercarse a este mundo con curiosidad y amor.

Aprendiendo mas sobre los celos

Estado de whats up: separada-emparejada.

Ha querido la vida que una vez mas me encuentre en una situación interesante.

Las vacaciones de verano son auténticos retos para la mayoría de las familias y sobre todo las parejas. Las estadísticas nos dicen que la mayoría de matrimonios se separan en septiembre, algunos dicen que el estrés vacacional es el detonante y otras pensarán que el inicio del curso es un buen momento para iniciar otras etapas, yo que se.

Lo cierto es que, en plenas vacaciones, con toda mi familia, mi marido decidió poner fin a nuestra pareja. Suena un poco dramático e incluso se podría pensar:” que capullo”, pero lo cierto es que la cosa ya venía dando señales de humo desde hacía mucho tiempo.

Me imagino que no ha sido una decisión fácil para él y que nunca iba a ser el momento oportuno así que qué más da cuando sea.

La indiferencia, el escaso contacto visual y físico, la falta de complicidad y estar relacionándose con las otras personas para no relacionarse conmigo fue lo que me llevó a hacer la temida pregunta: “¿qué pasa? Parece que no te apetece estar conmigo”. Y llegó la temida respuesta: “cierto, no me apetece”. El impacto fue la leche, me quedé ojiplática y comencé a sentir un dolorcito agudo a la altura del corazón.

Días antes habíamos tenido conversaciones por what up donde se podía sentir una atmósfera de tensión y autorreflexión. El me comentó que se había dado cuenta de que no podía tener dos relaciones, la mía y la de su expareja. Eso me alarmó pero dejé entrar el autoengaño a tope para negar la realidad.

Creo que podemos decir que lo hemos intentado con mas o menos acierto, cada una con su estrategia, su motivación y sus fantasías. El año pasado le dedicamos muchos meses a hacer una terapia de pareja que no pretendía unir o separar sino creo que poner consciencia de lo que nos estaba pasando. ¿que nos estaba pasando? Pues cada uno tendrá su idea, así que hablaré de mí.

En mi ideal mi pequeña tribu funcionaba. Cuando yo pienso en modelos de pareja he descubierto que tengo un amplio abanico de posibilidades y situaciones, pero al final todo se reduce para mi en sentirme bien y que las personas que comparten vida conmigo también se sientan bien. Aquí esté el tema, porque cada una tendrá su definición de sentirse bien, plena, conectada, satisfecha o lo que sea.

Cuando pusimos en común nuestras ideas sobre ser pareja me di cuenta de todas estas diferencias. Yo le quiero, nunca he dejado de quererle y ahora que estamos en situación de separación emocional mis sentimientos son los mismos, pero sin toda la mierda de roles y entuertos propios de las parejas encalladas. Esta situación sorprendentemente nos ha liberado a los dos de patrones que no nos gustaban y nos hacían daño.

Varias horas de conversaciones profundas ya sin nada que perder, lágrimas por mi parte tipo fuente infinita y una sensación de pena profunda dieron luz a un nuevo escenario.

Lo previsible sería: nos separamos física y emocionalmente, cada una comienza su vida y nos hacemos cargo de nuestras hijas de manera responsable e igualitaria. Sería lo correcto porque además el ha recuperado su anterior pareja y está construyendo un proyecto común con ella.

Lo que ha pasado: seguimos en comunidad, cuidándonos, apoyándonos, respetando las individualidades de cada una, sus proyectos, sus tiempos y sus relaciones.

No solo compartimos casa, economía y responsabilidades de padres, sino que somos la zona de confort de todas y hemos mutado nuestras relaciones a algo que para mi es mucho mas sano. Mi persona de 14 años ahora sigue siendo mi compañero en la crianza y hemos descubierto este apasionante mundo de ser amigos. Creo que dimos por supuesto que siempre lo fuimos, pero honestamente creo que no, que funcionábamos como una pareja, abierta si, pero como una pareja con todas sus luces y sombras.

Nos hemos dado un tiempo, un tiempo de prudencia donde dejarnos sentir para ver si esta nueva ida de olla es posible en un mundo que te manda mensajes constantes de no podrás hacer nada diferente a lo normal.

Mi respuesta me la dieron mis propias hijas en cuanto mi marido les habló de la decisión que había tomado: “si para vosotros está bien para nosotras también”. Nada cambia para ellas a nivel logístico y si a nivel emocional, porque ven a sus padres libres de verdad, libres de patrones viciados que hemos sido incapaces de transformar desde el raciocinio y la buena voluntad. Igual hacer un reset era la única solución para seguir relacionándonos de manera sana. Yo no hubiese tomado la decisión porque para mí era válida pero ahora entiendo sus razones.

Ha tenido un efecto de cambio en todas las personas que formamos parte de la comunidad y creo que será positivo para todas. No voy a negar que muchas veces me invade la tristeza y que estoy pasando mi duelo, que he tenido miedo de la incertidumbre muchas veces y seguro esos momentos volverán porque el futuro no está escrito y vamos haciendo día a día.

Ahora estoy concentrada en despegar laboralmente para ser independiente y mi marido ha decidido ser espectador de ese proceso y me apoya totalmente. Claro que le he dicho ayer mismo que se sienta libre de cargas y decida lo que quiera sin presión, no se acaba el mundo y confío en la creatividad y sobre todo no estoy sola y no me siento sola sosteniendo el planeta.

Así estamos, ahora puedo decir después de un mes, que tranquila y confiada, esperanzada y consciente, que no vivo esto como un fracaso sino como un aprendizaje. Y como dice mi marido y mi pareja ¿Quién sabe?

Estado de whats up: separada-emparejada.