El texto que aparece a continuación fue publicado en la web de poliamormadrid. Su autor se llama Jorge y me ha permitido compartirlo con vosotr@s.
“Enajenación momentánea: vuelta al amor romántico”.
“Lo que viene a continuación es un pataleo, un grito de frustración desesperado que sólo busca desahogo en un momento del pasado, y ahora quiero compartirlo con vosotros.
Últimamente no creo en el amor. Estoy confuso. No sé si mi forma de amar es la «correcta», la que la gente busca o admite.
Mi forma de amar y mostrar amor es desde la libertad y el respeto. Mi forma de amar es preguntar y respetar las decisiones de la otra persona. Mi forma de amar es dejar espacio cuando me lo piden. Mi forma de amar es escuchar. Mi forma de amar es confiar en mis amores. Es creer que me van a hablar de los cuidados que requieren. Mi forma de amar es compartir. Compartir sentimientos, emociones y momentos, aunque físicamente no estemos juntas. Mi forma de amar es acordarme de mis amores aunque no estén presentes en un momento determinado, es tenerles en cuenta en mi vida. Mi forma de amar es la comunicación y el diálogo, es hablar de todo lo que pasa, libres, desnudos, vulnerables, sin miedo y confiados. Mi forma de amar es desear contarles lo que me ha pasado, mis alegrías y mis tristezas, que lo sepan todo de mí, que no haya secretos.
Pero no funciona. Lo que reciben es lejanía e indiferencia. Me han pedido que vaya aunque me han dicho que no. Me han pedido que insista aunque digan que no quieren. Me han abandonado por whatsapp diciendo que seguro que se me pasa pronto, que soy muy fuerte. La gente me habla poniéndome por las nubes, «eres un amor», «no cambies nunca», «me gustaría amar como tú», «es súper bonito querer así»… Pero nadie se queda. Me piden que viole sus decisiones, me piden que vaya aunque digan que no, me piden que no les crea aunque digan que están bien. Y lo peor es que funciona. Gente a mi alrededor que acepta una relación tras insistir después de meses diciendo que no, gratitud a una persona por presentarse aunque la petición era que no lo hiciera. Muestras de amor a través de la posesión, los celos, la exclusividad que se reciben con gratitud.
Y acabo vapuleado. Pero «soy un amor». Soy un amor porque no insisto, porque su felicidad es importante para mí, porque les ayudo en esas otras relaciones, porque respeto sus decisiones, porque sigo a su lado.
Estoy harto. No quiero ser el mejor amigo de mis amores. No quiero que me digan que soy un encanto mientras me abandonan. No quiero un abrazo de compasión mientras se alejan. Quiero amar y ser amado. Quiero ser importante en la vida de esas personas. Quiero que cuenten conmigo. Pero ya no estoy seguro de nada. No sé si me quieren o se compadecen. Estoy vacío y bloqueado. No me creo que me quieran.
No quiero estar trabajado, ser un encanto y un amor. Quiero que se queden. Me gustaría dar un grito cuando se van con otra persona, o presentarme de improviso porque se mejor que ellos lo que necesitan. Me gustaría imponer mi voluntad, sentir celos, decirles que son míos, me gustaría enfadarme para demostrar que les quiero. Creo que eso funcionaria. Creo que así se quedarían. Quiero una lobotomía.”
¿Por qué lo pongo? Como le dije a Jorge en un mensaje, porque podría haberlo escrito yo. Afortunadamente su momento personal no es amargo y ahora vuelve a disfrutar del amor, me alegro.
Cuando lo leí me emocioné, y me conecté con mi momento vital. Yo no dudo que mi forma de amar sea la correcta, simplemente creo que es la adecuada para mí. Aunque quisiera volver para atrás al modelo anterior no podría. He descubierto la libertad y con ella también el precio que se paga por ella.
Es curioso porque el poliamor en apariencia es excitante, exótico, intenso, todo eso y mucho más. Pero igual que es de intenso en lo bueno también lo es cuando las cosas no van del todo bien.
Todavía estoy despertando de mi anestesia emocional y aunque me encantaría decir que me he recuperado a la velocidad del rayo no es así. Me hubiese ayudado mucho tener una pasión pero esas no llegan cuando las necesitas.
No consigo volver a conectar con mi pareja. Lo está intentando, él tiene las fuerzas necesarias porque está en su mejor momento con su otra pareja y en teoría eso debería de nutrir todas las relaciones. Creo que lo que puede definir mi situación actual es que esta vez no siento la compersión pero estoy contenta de que por lo menos no me joda.
“Siete” está en Florida. Ya ha pasado un mes y nos queda otro más. La echo de menos y tengo miedo de que todo este tiempo que va a pasar y mi anestesia emocional afecte a nuestra relación. Siento que está en un limbo, y aunque las dos ponemos de nuestra parte para cuidarnos y hablamos todos los días, tengo miedo. Hemos construido una “relación teórica”, más de buenas intenciones que de momentos juntas, y no quiero crear expectativas que nos hagan daño a las dos.
Acaba de llamarme, como si intuyese que hoy tengo un lunes de mierda, y he podido llorar a gusto contándole como me siento con mi pareja. Poder contarle esto a ella que la quiero es la magia del poliamor. No solo compartimos cuerpos sino emociones, confesiones, sensaciones, preocupaciones y también nos liberamos porque podemos mostrarnos vulnerables. Es ahí cuando me doy cuenta de que no puedo volver atrás y que por mucho que duela a veces es donde quiero estar.
Me ha sacado una sonrisa, me trae una taza de la NASA. Si, si soy una friki pero estas cosillas me hacen feliz.
No queda más remedio que seguir adelante ,con enajenaciones y anestesias, pero también con momentos de amor infinito, pasión, descubrimientos y sorpresas.