Ansia

Hace tiempo que quiero escribir sobre este tema. El tema del ansia ha sido todo un reto desde que decidí vivir de acuerdo con mi sentir.

Estar ansiosa, sentir ansiedad, ser ansiosa, las esperas como creadoras del ansia, las incertidumbres, las expectativas, todas estas cosas y muchas más me han pasado a lo largo de estos años, y seguro volverán.

Es ahora cuando siento que estoy en calma y tengo una tregua con esta sensación que siempre que la he sentido ha acabado en angustia. Puedo decir que ahora “controlo” mi ansia o por lo menos no es ella la que me controla a mí.

El primer paso fue reconocerla y eso me costó un mundo. Las expectativas, las inseguridades, las incertidumbres eran ingredientes esenciales para crear estados ansiosos. El miedo también. Este fue muy puñetero, porque muchas veces podía haber asumido mi responsabilidad o simplemente haber escuchado  bien y  haber estado atenta a las señales que me mandaba el cosmos, y yo erre que erre en mis trece sin querer asumir las realidades.

El autoengaño también ha sido un aliado del ansia. Muchas veces lo confundí con la esperanza, y creé y creí fantasías que al final lo único que conseguían era hacerme daño.

Con todo esto aprendí. La responsabilidad de ser libre, de vivir libre, de ser honesta, es muy grande si no va acompañada de un trabajito interno. Yo misma me oprimí, obligándome a ser poliamorosa a muerte, activista a tope y explicar y expandir esta forma de vida allá por donde fuese necesario.

Por el camino muchas veces me cargué mi propia libertad de elección por intentar ser coherente en todo momento y llevar una ética personal a raja tabla que todavía está en construcción y seguramente estará. Ahora ya entendí que no necesito dejar toda mi energía en batallas que no son posibles, aprendí a confiar en la vida y las capacidades de las personas, a asumir que algunas pueden y otras no (entender, escuchar, comprender, respetar) y que si no buscas todo llega, o llega lo que tiene que llegar. No me quiero poner muy profunda pero me ha costado años entenderlo y quiero compartirlo.

Entender que no tengo control sobre situaciones donde hay muchos ingredientes, y que por lo tanto se necesitan altas dosis de improvisación e incluso el comodín de no hacer nada y ver qué pasa, ha sido todo un descubrimiento. Con esto no hablo de la técnica del avestruz, que los que me conocen saben que no practico, sino más bien todo lo contrario (soy fan de la claridad y no me importa exponerme), hablo de no forzar o promover situaciones que las personas muchas veces no pueden gestionar. Un ejemplo. Yo vivo fuera del armario, pero no todo el mundo sabe de mi forma de vida. No lo oculto, pero no hago ostentación de mi manera de ver las relaciones y lo que antes me parecía una aberración (tener que ocultar algo de lo que yo no me avergüenzo) hoy pienso que no es necesario ir haciendo comunicados oficiales a todo dios y exponiendo a tus seres queridos a situaciones que les desbordan. Lo mismo pasa con las personas que rodean a nuestras parejas, son ell@s los que deben elegir qué información dar o no, y yo confío plenamente en su criterio.

Volviendo al ansia, ¿Cómo evitarla? Es muchas veces la pregunta que me hacen las personas que acompaño en el espacio de terapia. No hay recetas, y por mí misma sé que tiene un aprendizaje totalmente vivencial con un ingrediente indispensable que es el tiempo.

Yo he tenido que llegar a sentirme desbordada por las situaciones para poder entender que estrategias me iban mejor, y ahora pienso en ellas y me sonrío. Durante un tiempo me funcionó mogollón el tomar decisiones. Ante una situación que me producía ansiedad reflexionaba y tomaba alguna decisión para sentirme mejor. Creo que tengo una larga lista de decisiones mal tomadas, jajajajajaja,  pero me hacían sentir que yo si podía decidir sobre mi vida sobre como sentirme y así salir de ese estado.

Sobre diciembre aprendí otra estrategia: no hacer nada. Esta para un ser proactivo como yo es jodida de llevar a cabo, pero como estaba hecha una mierda pues me decidí a probar. Caray, no solo fue bien, sino que muchas piezas empezaron a encajar y empecé a entender el concepto de fluidez. Con el mantra de comprenderlo todo me había visto muchas veces intentando entender como un rombo se mete en un cuadrado y haciendo verdaderos virtuosismos reflexivos.

Otra estrategia que vino pareja fue la aceptación, previo a escuchar realmente lo que te quieren decir, no interpretar lo que se supone que tú quieres oír. Esto que parece tan singular es algo que hacemos habitualmente en todas las situaciones de nuestra vida, nos encanta interpretar, y ya tenemos el lio montado. Si le añadimos las dotes adivinatorias y el tema de “ya ,ya, si yo te conozco como si te hubiese parido”, tenemos el drama asegurado.

Ahora mismo estoy en un momento dulce con mis emociones. Al haber entendido como funciona en mí el  ansia puedo escucharme y escuchar, y cuando empiezo a sentirla buscar aquella estrategia que me ayude. Desde luego no soy una maestra xiaolin, pero estoy contenta con los avances conseguidos y me siento bien.

Seguramente este es el inicio de un aprendizaje mucho más extenso, así que aquí dejo los pequeños descubrimientos por si alguien empatiza y quiere probar. Y mientras acabo de escribir me sonrío pensando:  ”todo llega”. 🙂

Ansia