¿Cómo puede vivir una persona en pareja ocho años sin sentirse deseado y sin que le toquen? Hasta ahora me parecía imposible pero últimamente me estoy encontrando con un montón de historias con un nexo común: la falta de cariño. Seguramente son parejas que se aman a su manera pero no se tocan.
Yo simplemente no podría vivir así. Tocar es para mí parte de mi forma de comunicarme, no puedo evitarlo. No me considero tocona, pero sí que necesito el contacto físico para sentir la conexión con la persona con la que estoy. A mis hijas las tengo fritas, las acaricio constantemente, me encantan sus culos. Cuando estoy con una amiga o un amigo, un beso o un abrazo no solo cae en el encuentro o en la despedida, alargar la mano para tocar una pierna o apoyarla en el brazo me ayuda a trasmitir a la persona con la que estoy: eh! Estoy aquí, te apoyo, te estoy escuchando y te quiero.
Cuando conocí a mi pareja me llamó mucho la atención la primera vez que me dijo: me encanta que me toques. Puse cara de acelga porque me sorprendió, y pregunté inocentemente si no era igual con su anterior pareja, mi sorpresa fue mayúscula.
Acariciar la nuca o el pelo mientras ves la tele tirado en el sofá, abrazar a alguien por detrás mientras esperas a que llegue el bus, acariciar una mano mientras esperas a entrar en el médico, o la tradicional postura de la “cucharita”, no estaban en su repertorio. He de decir que se acostumbró rápido a mis costumbres.
Ayer estaba charlando con una persona que me contó esta historia. Ocho años juntos sin tocarse, sin sentirse deseado, abandonado afectivamente. No pude evitar preguntar como tenían sexo porque estaba alucinada, y me contestó que como un acto mecánico de encajar piezas pero sin casi rozarse, sin sentirse, sin notarse. Me invadió una tristeza tan grande que he arrastrado hasta hoy. Como todo, es una parte de la historia, pero está claro que la otra parte tampoco debía de disfrutar mucho con la situación, y sentí pena, de esos cuerpos que no son capaces de encontrarse, de mimarse, de darse calor, amor y cariño. Saborearse, lamerse, mordisquearse y besar cada centímetro de la piel. LA PIEL, es lo más preciado que tenemos para sentir, ¿Cómo puedes eliminar eso de tu vida?
Hoy estuve dándole vueltas al tema y pensando en cómo me relaciono yo con mis parejas, como les toco y como reciben ellos esas caricias y me sorprendió gratamente darme cuenta de que nunca he tenido queja. Nadie me ha dicho nunca “deja de tocarme” o me siento incómodo, más bien todo lo contrario, se arquean como los gatos y no solo es relajante para ellos sino también para mí. Dar cariño y recibirlo es mágico, te relaja, te hace sentir bien, te da seguridad, te conecta.
Yo últimamente estoy en plan sobredosis con mis hijas porque en apenas unos años llegará la temida adolescencia y se acabó el chollo de tocarlas, ni un pelo vamos me dejarán, bueno si, solo si es para planchárselo o algo así.
Con el resto, amigos, parejas, familia, seguiré igual porque para mí es tan importante recibirlo como darlo y tengo claro que no podría vivir sin ello.
Tocar, que fantástico verbo.
Es algo que siempre me ha sorprendido, mi chica y yo siempre nos tocamos, no ya caricias o abrazos en plan sensual o sexual, simplemente si estamos juntos nos gusta sentir al otro, rozar una mano, juntar un momento las mejillas… una amiga nos dijo una vez que siempre nos veía tocándonos.
Y es así con mis amigas y mis otras parejas. Contacto, calidez… Yo expreso mi afecto así. Por desgracia es cierto que mucha gente siente que el contacto es una especie de tabú.
Me gustaLe gusta a 1 persona