Son tiempos extraños. Un ser minúsculo ha llegado para tambalear nuestras vidas, nuestros modelos, nuestra seguridad, nuestros absolutos, nuestros sistemas, nuestras creencias, todo lo conocido y obvio, ya no lo es tanto después de su llegada.
Nos creíamos libres de ir y venir, eso fue lo primero que cayó. Nos creíamos invencibles, y sí se está cebando con los mayores, con aquellos que lucharon por nuestras libertades y que toca cuidar, pero también con aquellos que su salud no es de hierro. De repente muchos y muchas de nosotras somos de riesgo, asmáticos, diabéticos, enfermos crónicos,..y por lo tanto posibles candidatos a sufrir la enfermedad.
Esta distancia social de los otros y las otras en sus casas, ha traído nuevas miradas. Vecinos y vecinas que intuías detrás de sus cortinas ahora se muestran y hay algo que nos une, el aprecio, el reconocimiento a todos y todas aquellas que están trabajando para sacarnos de esta y cuidarnos. Nosotros y nosotras nos toca obedecer y pensar que estar en casa es mi forma de contribuir a que cada día ese número infernal disminuya.
En casa. Cuantas formas de estar en casa hay. En casa sola, en casa en pareja, en casa con familia, en casa con enfermos, en casa con jardín , en casa minúscula compartiendo con diez, en casa con tu agresor, en casa con un ERTE, no dejo de pensar el montón de situaciones que se están dando.
Mi casa la semana pasada se convirtió en una casa de locos, de dos locos. Somos dos que gestionamos las cosas de formas diferentes, ritmos desiguales, preocupaciones diversas, privilegios distintos y la casa se convirtió en un lugar de desencuentro donde poner a prueba la pareja.
Hubo un día en concreto, los lunes son siempre días de tensión aunque en este encierro todos los días parezcan iguales. Una tontería, un comentario sobre algo de la tele o yo que sé, nos llevó a la discusión. Yo me fui rápidamente a la frialdad y a la claridad, dos cosas que cuando se juntan son mortíferas. De repente no quería quedarme confinada con mi pareja. Por un momento sentí que no le quería o que no le quería así, me imaginaba estando sola y me invadía un sentimiento de felicidad suprema. Me imaginé descansando. Descansando de cuidar, sostener y acompañar al otro en esta crisis y en otras muchas. Notar esa sensación fue maravilloso.
Cuidar, cuidados, cuidando, son palabras que utilizo muy a menudo y se han vuelto el centro de la manera que tengo de ver las relaciones, siempre le vi sentido pero ahora me pesa. Me he dado cuenta que en temporadas de crisis me llega con mi autocuidado y que los demás tienen que hacer su trabajito, que tengo que poner los límites antes y también compartir y poner en el centro como estoy yo, reclamarlo si es necesario, porque si no el otro no se da cuenta o no le interesa darse cuenta porque entonces su lugar cambia y pasa de ser cuidado a ser el que cuida.
Esta crisis también me ha puesto delante de la cara que no siempre cuido bien, que muchas veces no soy capaz de empatizar o simplemente no quiero escuchar, que las quejas me molestan, que soy susceptible a muchas cosas que no me daba cuenta y una vez más que el amor no basta. En nombre del amor no todo vale, y que cuando me dicen en medio de un enfado “yo te quiero” me sale decirte “pues yo te odio”.
He aprendido que poner distancia social dentro de casa y en la pareja también evita contagios. ¡Santo remedio! Espacios y tiempos para que cada uno haga su gestioncilla ayuda a que no se mezclen historias de vida que no comprendemos. No siempre podemos comprender al otro/a.
Esta semana volvemos a ser cinco y ya no es locura, bueno, es la locura de siempre vamos. Ahora siento que me estoy dando un tiempo para acercarme lentamente, para ver si nos volvemos a reencontrar en nuestro espacio. Estoy viendo si este virus diminuto no ha enfermado nuestra relación y este confinamiento nos trae una oportunidad para nuestra pareja o a puesto de manifiesto nuestras carencias escondidas tras la cotidianidad.
Tenemos unas cuantas semanas más para seguir indagando y explorando, y mientras sea desde ahí desde la creatividad yo me apunto, si es desde el desgaste y hastío yo me bajo.
Vamos a ver como evoluciona la curva.