Esta cosa de los celos

Los celos son una jodienda, para que negarlo. Tanto si los sientes como si eres  “objeto de” es una situación difícil de abordar, incómoda y muchas veces apocalíptica.

Yo los he sentido, he sido objeto de celos, me he desesperado, desquiciado, abrumado pero al final harta de no saber qué hacer con esta emoción que nos atrapa hice lo que hago siempre: estudiar.

Cuando una cosa tiene poder sobre mí, automáticamente me pongo a buscar información sobre “la cosa “para poder entenderla y aprender a gestionarla. Desde luego el aprendizaje no ha acabado y tengo para rato, pero por lo menos me siento mucho mejor y ya no siento que cuando los celos entran en escena voy cuesta abajo sin frenos.

Todo este estudio me ha valido para mí misma pero también para poder compartirlo con otras personas que estaban pasando por las mismas experiencias. Como resultado ha nacido una charla con la idea de empezar a explorar juntas este tema. Más adelante si hay interés podremos hacer un taller para aprender herramientas que nos ayuden en la gestión de los celos.

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Mientras tanto me gustaría contaros una historia que también tiene que ver con la gestión de los celos. He conocido a una mujer que forma parte de un matrimonio polígamo. Esto por supuesto no me lo esperaba, mucho menos  aquí en Galicia.

Estoy haciendo un curso, a la hora del café salgo con mis compañeras y charlando una de mis compas que tiene 63 años me dice que se está construyendo una casa en un país africano y que igual cuando se jubile se va para allá. Curiosa le pregunto que se le ha perdido allí y me contesta que su marido 15 años más joven es de allí. Sonrió, y curioseo más. Espera, espera, cuéntame toda la historia.

Llevan 12 años juntos, se conocieron bailando, se hicieron amigos y después compañeros de piso (el necesitaba un sitio para vivir y como ella ya tenía a sus hijas independientes tenía sitio en casa) y finalmente pareja. Uno de los sueños de él era ser padre, ella con 51 años, aunque podía no compartía ese sueño. Seguimos hablando, yo con la boca abierta fascinada por toda su historia pero sobre todo con como la cuenta. Me enseña una foto donde él sale con su hija de dos años. ESPERA! Me faltan datos. Ella me explica con mucha naturalidad que como él quería tener un hijo conoció a una chica en su país y se casaron, es la segunda mujer.

A ver, el tema de la poligamia en España está prohibido y la idea cultural no nos seduce nada. Parejas poliamorosas con crianza compartida hay, no muchas pero existen. Parejas homosexuales con colegas que han ayudado a gestar también conozco pero polígamos hasta ahora no conocía.

Se activó mi gen de investigadora porque la oportunidad era fantástica, así que le pregunté cómo era vivir esta situación y como se gestionan todas las emociones. “Pues normal”, me dijo. Él tenía una necesidad que yo no podía cubrir y no le iba a obligar a que renunciase a ello así que como él puede tener varias esposas porque no.

Han creado una gran familia, las esposas se conocen y se llevan fenomenal. Ella me aclara que el mérito es todo de él que lo gestiona maravillosamente. Yo creo que el mérito es de tod@s ,y sobre todo de ella que siendo española, viviendo en una ciudad pequeña, teniendo una relación interracial e intergeneracional , ha tenido una generosidad y apertura que me flipa.

La hija de él le llama tía, y cuando ellos visitan su país comparten vivienda y tiempos. Ella me cuenta que cuando van él quiere pasar la mitad del tiempo con cada una para no crear desigualdad pero ella le dice que no, que ya lo tiene todo el año aquí y que esté con la madre de su hija.

No hay celos, o por lo menos ella no los siente. Todo ha sido consensuado, hablado, negociado y revisado. Cuando lo cuenta, yo siento que en toda la historia hay muchísimo amor y mucha admiración hacia todas las personas. Sus dificultades vinieron de sus propias hijas por ser “demasiado” moderna. Se ríe, y desde esa sabiduría que dan los años, me dice que lo que piense la gente le importa un bledo.

Me quedan 4 fines de semana con ella y voy a ponerme en modo esponja para que me cuente, me comparta y traiga ideas nuevas para darle a la tarra.

Mientras tanto seguiré pensando desde otro enfoque más ¿Cuánto de cultural hay en nuestros celos? Está claro que los mitos del amor romántico han argumentado y justificado los celos, pero desde otras culturas de matrimonios múltiples ¿como es la mirada? Habrá celos entre esposas, seguro, pero ¿cómo se gestiona?

Desde luego este tema apasionante plantea más preguntas que respuestas, así que a seguir investigando.

Esta cosa de los celos

6 comentarios en “Esta cosa de los celos

  1. embozado dijo:

    Creo que cuando se habla de la poligamia en otras culturas es necesario tener en cuenta la cuestión de la disimetría del poder entre hombres y mujeres: probablemente en ese país un hombre puede tener legalmente varias esposas, pero una mujer no podría tener legalmente varios maridos; probablemente, si alguna de esas esposas tuviera otra relación, no sería aceptada, ni por la sociedad, ni por el marido ni por el resto de las esposas. La poligamia tal como se practica actualmente en muchos países y sociedades no me parece un modelo a imitar de gestión de los celos: se basa en una disimetría patriarcal del poder, en la que solo los hombres tienen derecho a tener celos y exigir exclusividad.

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    1. concuerdo, lo que me pareció curioso es tener el punto de vista de una mujer europea que no siente esa desigualdad. Le pregunté en concreto si ella podría tener mas parejas y me contestó que culturalmente es el país de origen del marido y que estaba acostumbrada a que le dijesen que era una «cosa machista». En todo momento me pareció que hablaba de compañero y que el hecho de estar casados era un mero trámite en su relación, que se ha creado desde la amistad y la libertad. De todas formas seguiré indagando. gracias por el comentario.

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  2. embozado dijo:

    Sin conocer cuál es el país en concreto es difícil opinar, pero aún así, yo diría que ella no siente la desigualdad porque vive la mayor parte del tiempo en Europa, donde la ley garantiza bastante bien su igualdad de derechos, y solo va a África de visita. De hecho, estar casada puede ser visto como un «mero trámite» en Europa, pero en algunos países africanos no es en absoluto un mero trámite: puede significar que su marido puede disponer de sus bienes y decidir legalmente si ella puede o no hacer cosas como viajar, salir a la calle, conducir, relacionarse con según qué personas, asociarse, etc. Como sucedía con bastantes cosas no hace muchas décadas también en España… Habría que conocer la legislación concreta de ese país. Hay (como siempre hubo) mujeres a las que «no les importa» esa desigualdad y conviven bien con ella… y otras que la sufren enormemente y son víctimas de ella contra su voluntad. No por ello puede «blanquearse» la aceptación de esa realidad cultural como algo «moderno» y tolerante. Está bien poder elegir aceptar esa realidad, pero muchas mujeres africanas no pueden elegir.

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    1. Si, ella es una privilegiada y es consciente. Es cierto lo que dices sobre la situación de muchas mujeres africanas y el post no pretende blanquear nada de una cruda realidad para muchas. A mi me llamó la atención este caso concreto y como es su vivencia, y no es mi intención darle una vuelta moderna a algo que produce desigualdades. Algo de lo que aprendí como mediadora intercultural, es a no juzgar desde mi privilegio de blanca europea, sino a escuchar cual es el contexto y las vivencias, empaparme de conocimiento de las culturas de origen, que si ,desde nuestra mirada discriminan y nos parecen inaceptables. Pocas certezas me quedan y muchas sorpresas espero. Hay un libro interesante sobre esto de las culturas y los contextos «The culture map» de Erin Meyer muy interesante. Gracias por tus comentarios, enriquecen el debate. 🙂

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