RELATO

Hace un tiempo regalé este relato a alguien especial, ahora me apetece compartirlo con vosotr@s. Espero que os guste.

Eli

«Llevaba lloviendo todo el día. A través de la ventana podía ver el mar gris , tormentoso, podía ver la olas chocando con fuerza sobre las rocas una y otra vez, y aunque estaba protegida en su casa podía oír el viento a través de los cristales.

Sujetaba una taza de té caliente mientras contemplaba el día. Fuera hacia frio y dentro de ella también. Su chaqueta de lana se descolocó y dejo libre un hombro, se lo tocó para ver si sentía frio y apenas sentía nada.

Notó primero un roce y después un empujón en la pantorrilla, bajó la cabeza y allí estaba su perro, la miraba con ojos comprensivos entendiendo su estado. Había aprendido a sobrellevar la tristeza a través de los duros caminos que te pone la vida. Otro empujón y un ladrido.

-¿Qué quieres dijo ella?

El movió el rabo y ladró moviéndose hacia la puerta.

Ella pensó que podría quedarse todo el día allí parada mirando la lluvia, oyendo el viento y sintiendo esa parálisis que te produce muchas veces la tristeza. Pero miró al perro y decidió salir.

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Se vistió con unos vaqueros rotos que estaban tirados en la silla, un jersey tres tallas más grandes con el cuello estirado, botas de agua y el chubasquero amarillo. Su padre se lo había regalado a los 15 años para subir al barco con él, ponérselo le hacía sentirse cerca de él y recordarle.

Empezó a pasear hacia la playa y el perro empezó a tirar de ella.

-Tranquilo ya te suelto. Soltó al perro y este salió corriendo hacia unas dunas.

Ella se quedó mirando al infinito, absorta, sintiendo el viento que descolocaba su melena y oyendo los ladridos a lo lejos. Perdió  un poco la noción del tiempo. Se había sentado sobre la arena y dibujaba espirales en la arena sin pensar en nada. Se dio cuenta de que el perro no había vuelto y empezó a preocuparse.

Miro hacia las dunas y no lo vio, lo llamo pero no venía. Empezó a caminar. Al rato vio a lo lejos una figura de espaldas que acariciaba a su perro. No podía distinguir muy bien a lo lejos quien era. Solo vio un pelo rojo y Un abrigo enorme gris que desdibujaba las formas de la persona. Se acercó tímidamente y llamo al perro.

El perro acudió a ella y la persona se giró. Ella se quedó sorprendida por su rostro. Le sorprendió encontrarse con unos ojos como achinados, que la miraban con curiosidad. La boca estaba cubierta por una bufanda de rayas que daba unas cuantas vueltas alrededor de su cuello y atrapaba su pelo.

Lentamente bajo la bufanda y dijo:- ¿es tuyo el perro?

Era una voz de mujer. Ella se quedó cortada porque durante unos instantes creyó que debajo de toda esa ropa estaba un hombre.

-sí ,sí ,sí, si es mío.

-perdona que lo tenía entretenido con la pelota, no hacia otra cosa que traérmela una y otra vez, es muy juguetón.

Se quedaron las dos en silencio. Se miraron y dijeron a la vez.

-gracias.

-¿vives por aquí?

Se rieron.

-perdona, ¿decías? Dijo ella.

-preguntaba si vives por aqu,í estoy perdida.

Quien no, pensó ella.

-vivo en la casa de madera roja que está al fondo de la playa,¿ la ves?

-ah sí, tengo el coche cerca. Estoy de paso, estoy buscando local abandonado en esta playa pero aunque tengo las coordenadas no consigo encontrarlo.

-¿un local? ¿A qué te refieres?

-creo que era un antiguo restaurante situado entre las dunas, mi cliente quiere comprarlo y reformarlo.

Ella pensó en la cantidad de veces que había estado en ese local de pequeña. Fiestas, familiares, colas para comprar helados,.. muchos recuerdos vinieron a su mente.

-puedo indicarte donde está pero necesitamos ir en coche.

-¿no te importa?

-no claro, no tengo nada que hacer.

Empezaron a caminar juntas hacia su casa y hacia mitad del camino empezó a llover torrencialmente. Empezaron a mojarse y apretaron el paso hasta llegar al coche.

-necesito dejar al perro en casa y tú estás empapada. Quieres entrar un momento y te dejo una toalla.

-no quiero molestar te espero en el coche.

-no es molestia, el local seguirá allí.

Entraron en la casa y ella se quitó las botas, colgó el chubasquero amarillo en el ropero y tiró las llaves sobre la mesa del centro del salón.

Miró a la chica de pelo rojo con su abrigo gris goteando y parada en la entrada, y la invitó a pasar al salón.

-dame el abrigo voy a ponerlo al lado de la estufa. Te traigo una toalla.

La chica se quitó el abrigo y se lo dio, debajo llevaba un vestido de flores con una chaqueta de punto cruzada, no lo había visto antes porque el abrigo tapaba sus formas.

Se fijó en sus pies, llevaba unas hunter con unos calcetines y las rodillas al aire. Podía ver la piel de gallina por el frio de sus piernas.

-te apetece un té.

-si gracias.

Ella se fue a la cocina a preparar el té, mientras se calentaba vio como la extraña del pelo rojo se acercaba a la ventana y su perro se acercaba. La chica alargo su mano para darle una caricia sin dejar de mirar al horizonte.

Cogió las tazas de té y se fue al salón y se colocó detrás de ella. Al girarse volvió a fijarse en esos ojos achinados y vio su boca. Tenía unos labios perfilados y estaban colorados por el frio. Se fijó en cómo se mordía el labio antes de llevar la taza hacia su boca y bajaba los ojos.

Le pareció el gesto más erótico que había visto en mucho tiempo y se sintió rara. Era una mujer. Cuando levantó los ojos se miraron, apenas unos segundos y retiraron la mirada.

-¿nos sentamos?

-sí, gracias por el té.

Cada una se sentó en un lado del sofá mirando al frente. Ella pensó quien sería, sentía curiosidad.

-perdona que no me he presentado, soy Carla, dijo la chica y estiró una mano.

-yo soy Eli, encantada. Y cogió su mano. Fue como un leve roce, no quiso apretarla solo hacer el saludo de cortesía pero al intentar separarla se deleitó parando más de la cuenta a sentir las yemas de sus dedos.

Eli se puso un poco colorada. Sintió un cosquilleo de excitación por dentro, sabía que era eso pero no podía ser. Es una mujer pensaba. Una mujer enigmática a la cual no podía dejar de mirar. Algo había en sus ojos, podía ver una chispa a través, quería mirar y entender. Un recuerdo fugaz vino a su mente.

De repente volvió a los 14 años. Al vestuario del instituto después de una clase de gimnasia. Odiaba ducharse allí. Todavía no tenía pechos y la mayoría de sus amigas ya usaban sujetador. Siempre intentaba cambiarse en la ducha individual para que nadie la viese pero ese día estaba ocupada y no daba tiempo. Entró tapada con la toalla a las duchas comunes y se puso de espaldas a todas para no ver ni ser vista. Alguien la empujó y calló al suelo. Entre el vapor vio figuras de color carne que hablaban y se reían.  Se fijó en los cuerpos de sus amigas, el pelo mojado tapando los pechos, unos pechos que empezaban a desarrollarse puntiagudos y con los pezones apenas sonrosados. Miró hacia abajo y observó los pubis, dibujos de triángulos de todos los colores se movían a su alrededor. Fue demasiado. Empezó a notar un cosquilleo dentro del cuerpo y una palpitación en su vagina. Se asustó.

Conectada a ese recuerdo miró a Carla y se sonrojo aún más.

Carla había empezado a contar la historia de su cliente con el local, hablaba despacio y parecía muy profesional. La miraba a los ojos y estudiaba su interés. Eli dejó volar su mente y dejó de escuchar el significado de las palabras para oír solo el ritmo y miró su boca. Estaba deleitándose en cada movimiento  de los labios en como la lengua chocaba los dientes, en como la comisura de los labios se estiraba y se encogía. Como de vez en cuando humedecía los labios para poner calma y continuar su discurso. No podía dejar de mirar su boca.

-¿estás bien? dijo Carla. Perdona que a veces me enrollo e igual no te interesa nada.

Eli la miró a los ojos un poco avergonzada.

-no, no sigue, me estabas diciendo que tu cliente mmmmm.

Carla le cogió las manos se acercó un poco y la miro a los ojos:-¿pasa algo?

Las manos de Eli comenzaron a temblar, no quería sentir excitación por aquella mujer, no se lo podía permitir, nunca había estado con una mujer y salvo aquel capitulo en el instituto que intento borrar de su mente, toda sus relaciones habían sido con hombres.

Carla se acercó un poco más y toco su hombro. Eli desvió su mirada hacia la mano y cuando volvió a mirarla a los ojos se dio cuenta de que la deseaba. La excitación se volvió incómoda al empezar a sentir su vagina humedeciéndose. Se miraron. Había un silencio tan profundo que podían oírse los latidos de los corazones.

Carla volvió a humedecer sus labios y Eli no pudo más. Se movió hacia ella y toco sus labios. Nunca lo había hecho, se sintió estúpida. Fue un leve roce y se sintió avergonzada. Carla la miro profundamente y cogió su cara entre las manos y acerco su boca. Empezó abriendo los labios y rozando levemente los de Eli. Se separó un poco para sacar la lengua y comenzar a hacer trazos. Eli deseaba más, jadeaba, necesitaba entrelazar su lengua. Carla se separó, la miro a los ojos y sonrió. Agarró sus manos y la puso de pie.

Allí estaban dos mujeres, de frente, dos cuerpos excitándose, la respiración de ambas hacia que sus pechos subiesen y bajasen.  Separaron las manos y Carla cogió la parte baja del jersey enorme de Eli y comenzó a subirlo.

Elí llevaba una camiseta de tirantes y no se había puesto el sujetador. Los pezones estaba duros y la camiseta comenzaba a molestarle. Eli deshizo el nudo del cinturón de la chaqueta de Carla y tiro hacia atrás para que cayese por la espalda. Se fijó en que Carla tenía mucho pecho y se sintió minúscula. Ella nunca se había considerado muy femenina, apenas tenía unas curvas muy marcadas pero si tenía el cuerpo fibroso de haber hecho mucho deporte.

Carla se acercó y comenzaron a besarse de nuevo pero esa vez acariciaba los pechos de Eli. Fue un pellizco leve en el pezón lo que disparo todo el deseo de Eli, mmmmmmmmm.

Eli sintió ganas de tocarla y levanto el vestido para tocar su culo. Los cuerpos comenzaban a moverse con intensidad, estaban de pie besándose, tocándose y rozándose. Carla metió una mano por el pantalón para acariciar las nalgas mientras con la otra mano lo desabrochaba por delante. El pantalón cayó. Eli desabrochaba el vestido por delante y aparecía un sujetador azul turquesa que brillaba sobre la piel blanca de Carla.

Carla dirigía y Eli se dejaba llevar, aunque estaba temerosa porque no tenía experiencia, la excitación era tan grande que no podía parar. Noto los dedos de Carla adentrándose en su vagina y como resbalaban, los sacaba y empapaba su clítoris haciendo círculos, los volvía a meter apretando hacia arriba y los volvía a sacar, esta vez para rozar el clítoris de arriba abajo.

Eli comenzó a lamer los pezones de Carla, lamia y notaba la dureza y comenzó a succionar metiendo todo el pezón en su boca, apretaba los pechos con las manos haciendo círculos mientras succionaba. Seguía notando la mano de Carla pero esta vez con movimientos más fuertes y más rápidos. Si seguía así llegaría al orgasmo y no quería todavía. Se separó un poco y la miro. Acabaron de desnudarse individualmente despacio, contemplándose una a la otra, deleitándose con cada movimiento, como caía la ropa, el sonido de la tela al rozar la piel, el pelo moviéndose,…

Cuando estuvieron desnudas Carla recostó a Eli en el sofá y se colocó sobre ella  casi sin tocarse. Eli estaba nerviosa, deseaba que siguiera masturbándola, pero también quería hacerlo ella. Se sentía torpe, no conocía el cuerpo de una mujer dudaba de cómo darle placer. Carla comenzó a acariciarla con las manos, con su pelo fue tocando su suavemente los pechos mientras bajaba. Separó las piernas y mordisqueo primero un muslo, y después el otro. Acaricio las rodillas y comenzó a subir por las piernas por fuera y después hacia adentro hasta llegar a la ingle con un leve roce.

Eli se sentía morir, cuando notó la punta de la lengua de Carla rozando su clítoris arqueo su espalda y empezó a acariciar sus pechos. La lengua de Carla comenzó a abrirse camino entre los labios mayores, los menores, buscando el botón del placer. Separo los labios con las manos para poder succionar el clítoris. Primero una succión leve, un toquecitos con le lengua y otra succión mas fuerte hasta apoyar toda la boca contra su vagina. Succionando y moviendo la boca pegada para rozar toda la zona y estimular los labios y la entrada de la vagina.

Eli jadeaba y agarraba la cabeza de Carla para marcar el ritmo. Miraba hacia abajo y veía el pelo rojo moviéndose como un vaivén dándole tanto placer. Carla se separó y le metió un dedo. Con la otra mano tocaba los labios con los dedos en forma de v, vio que Eli jadeaba y estaba muy mojada y metió otro dedo. Metía y sacaba los dedos apretando hacia arriba para estimular el punto g a la vez que estimulaba el clítoris sin tocarlos solo rozando los labios.

Eli movía sus caderas acompañando el ritmo y la intensidad de las caricias. Empezó a notar calor y el movimiento más rápido de Carla y más profundo. Más calor, notaba los latidos y su circulación, quería estallar. Le pidió más, y Carla la besó y Eli no pudo aguantar y se desencadenó el orgasmo más intenso que jamás había vivido. Un torrente de emociones contenidas surgieron al soltar la tensión y se corrió con un grito profundo y animal.

Carla saco los dedos de su vagina empapados y se los llevo a los labios de Eli. Eli probó su sabor, un sabor intenso y acido que no conocía y Carla la besó.»

 

 

 

 

 

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