Kit kat

He decidido tomarme un kit kat de mi misma. Llevo desde el viernes en un sinvivir generado por la incertidumbre y me ha superado. No doy para más.

Siempre he sido una persona de acción. Me lanzo como una loca a tomar decisiones, a veces súper meditadas y otras así como vienen, siguiendo una intuición, o una corazonada. Esto no siempre es bueno, y aunque algunas me salen de coña, mi máxima está en  “es mejor arrepentirse de haber hecho algo que arrepentirse de no haberlo hecho”.

Por un momento me pareció sensato y prudente dejar en manos de otros mi destino. Creí que la paciencia infinita, la cordura, una reflexión intensa, el sosiego, eran para mí cosas beneficiosas para aprender, y seguro que lo son, sin duda, pero entran en contradicción con mi esencia y mis necesidades. Estar pendiente de la decisión de alguien, que te afecta directamente,  y no poder participar de la misma, es para mí un auténtico sufrimiento.

Ayer me levanté angustiada,  hacía mucho tiempo que no me sentía así. Empecé el sábado a grabar unos audios lastimeros como auto terapia donde me machacaba por estar profundamente enamorada y no poder vivir ese amor. Me lamentaba de lo cruel del destino, me había puesto A LA PERSONA con la que realizar mi idea de “cómplice”, una persona que compartía mi idea del amor, una persona con la que me sentía cómoda, amada, deseada, respetada, comprendida, especial por momentos, con la que me reía y me sentía feliz, pero que nunca fue libre para poder realizarlo plenamente.

Nos hemos encontrado en momentos vitales diferentes en nuestras vidas. Yo viviendo una relación abierta plenamente y él intentando abrir la suya. Estamos en la misma estación pero en diferentes vías yo en la 3 y él en la 5. Por la mía pasa un AVE y por la suya una locomotora de carbón. Nos miramos de frente desde nuestros andenes con intensidad, deseando salir de viaje juntos pero nuestras vías no se cruzan y los horarios de trenes están descompensados.

Le he gritado desde mi vía, mandado besos e instrucciones para que se venga a la vía 3, pero no encuentra el pasadizo que las comunican, está confuso y la 5 es su vía, la que lo lleva de vuelta a casa. Yo he querido saltar por encima de la vía para llegar hasta él pero me han recordado que es una locura.

Hoy ya no podía seguir mirando más desde lejos sin poder alcanzarlo y me he dado la vuelta.

Me he acordado de que soy yo la que decide seguir en mi vía esperando, sintiendo cómo pasan las horas, los trenes, las personas, las historias, concentrada y mirando fijamente para ver señales por mínimas que sean y alimentando mi propio sufrimiento paralizada por el miedo a dejar de verlo.

Ha empezado a llover  y con la lluvia han llegado las ideas. Puedo parar, puedo tomarme un descanso , un paréntesis para mí, para cuidarme, para dejar de mirar y coger fuerzas para subir a mi tren y volver a mi casa.

Voy a subir a mi tren, quiero viajar y vivir aventuras no quiero estar paralizada. Quiero imaginación, sorpresas, coleccionar sueños y que vuelva la sonrisa. Y quien sabe, a lo mejor algún día coincidimos en otra estación pero esa vez en la misma vía.

Voy a regalarme esta canción mientras me como mi kit kat. https://www.youtube.com/watch?v=Hrii3nkmWcI

 

Kit kat

4 comentarios en “Kit kat

  1. AnaNonaino dijo:

    Gracias, hermaga, por compartir tanta belleza y también tu desgarro, del que, aunque suene fuerte decirlo, me ‘alegro’ porque al fin ha abierto la fisura por la que dejar entrar la luz y sacar tu ser de ese laberinto subterráneo y ruidoso de trenes que se cruzan o caminan paralelo pero nunca se encuentran. Ahora es el momento de salir a la superficie, a un espacio abierto y diáfano, de aire limpio y fresco desde el que, como dice la canción, poder desplegar tus alas y volar por el simple gusto de volar y explorar, para converger en otros espacios favorables a la PuraVida donde todo y todas crecemos, florecemos y alcanzamos un esplendor único imprescindible para que el almor SEA, se desarrolle y multiplique. Y tú ya estás ahí, ahora puedes descansar (y no de ti sino del ‘resto’), preparar motores para el despegue, no busques -no «necesitas»- nada ni a nadie, sólo mira al cielo, respira, huele, escucha tu latido, siente, siéntete y, cuando estés lista, emprende tu vuelo sin más, sin ‘plan’, sin objetivo, sobretodo sin ‘mente’, confiada, sin el lastre profundo del miedo… A partir de ahí, todo es posible: empieza la aventura, las sorpresas, la creación, la plenitud… Sé que lo conseguirás!!! Te almo, mi niña hermosa♥

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