El pasado domingo tuvimos nuestra primera quedada en Galicia. Se anunció durante la semana en el Facebook y yo avisé a la gente que conocía por el blog.
Hacia mediados de la semana los interesados en asistir eran unos cuantos hombres y no sabía que pasaba con las mujeres. Una casualidad hizo que una amiga sexóloga se pusiese en contacto conmigo por otro tema y conseguí liarla para que participase, no me costó mucho la verdad, jajajaja.
El día antes de la quedada no sabía muy bien cuanta gente aparecería ni quiénes serían y decidí no preocuparme por ello e improvisar.
Dejé a las niñas en casa de mis padres y me fui a buscar a Juan mientras mi marido llegaba al sitio y hacía de anfitrión.
Sentía muchos nervios pero también mucha ilusión, por fin conseguía ver personitas afines y dejaba de sentirme sola.
13 personitas ,8 mujeres y 5 hombres se dejaron seducir por el canto de sirena del poliamor, por las ganas de compartir historias y de contar la lucha diaria que es vivir contracorriente.
Sobrevoló la historia, para recordarnos que esto no lo estamos inventando nosotros, que el amor mayúsculo siempre existió y siempre existirá. Apareció el género y el feminismo como algo transversal, pero no era el día. Era el día de conocernos y empezar a conectar, a hablar de lo que necesitamos y lo que queremos hacer como grupo. Como apoyarnos, escucharnos, mimarnos, informarnos, jugar, celebrar, divertirse y emborracharse, pero sobre todo compartir desde nuestra libertad.
Vi seres libres que luchan y sufren por la incomprensión de un mundo que solo deja amar a uno. Personas inquietas que se cuestionan un sistema establecido, que se cuestionan las formas de amar y también la sexualidad, desde luego todo un universo apasionante para una sexóloga, pero también para mí. Personas que no quieren dejar de aprender nunca, y eso me apasiona y me hace ver que estoy en el camino correcto, el que elegí libremente.
A mi lado tenía a mi pareja y enfrente a mi amante, y todo estaba bien. Miraba a los ojos a la gente mientras hablaban y sentía cada palabra como si fuese mi historia. Los que hablaron y compartieron generosamente sus miedos, incertidumbres, pasiones, luchas y amores, nos enseñaron a los que atentamente escuchábamos.
Fue un dar y recibir, porque aunque de algunos apenas salieron palabras yo podía notar su calor y sus cabecitas pensando.
Ahora ya está la semilla, hay un montón de ideas y proyectos que queremos hacer, y seguro saldrán más, y seremos más, y compartiremos más, porque con la curiosidad noté la fuerza de cada uno.
Gracias infinitas por mostrar vuestros corazones y dar un paso para crear la comunidad.