Encontrando mí sitio.

Hace muchos días que no escribo y no es por falta de historias que contar, sino más bien por cansancio físico.

He comenzado el año con muchísimas cosas a la vez. Mi trabajo, mi formación, mis hijas, mi pareja, la casa, la asociación,… y poco, poquísimo tiempo para disfrutar del poliamor. Decidí empezar el año abandonando la búsqueda activa, sobre todo porque tardé en darme cuenta de que estaba buscando en el sitio equivocado y decidí volcar toda esa energía en poner en funcionamiento la comunidad poliamor Galicia. Afortunadamente eso listo. Facebook ya funciona y la gente se va autogestionando.

También decidí que no quería conocer a nadie más, que quería concentrarme en consolidar mi relación con Siete para ver si tenía futuro o no. Vamos a estar otros dos meses separadas una en cada extremo del mundo y es un momento muy bueno para pensar como queremos vivir nuestra relación cuando ella por fin regrese y todo vuelva a la normalidad. Vamos pasito a pasito comunicándonos lo que el satélite nos deja pero sobre todo cuidándonos en la distancia. Las dos tenemos hijas y sabemos que todos los pasos que demos al frente tendrán un impacto en ellas y eso está siempre presente.

Febrero me tenía reservada de sorpresa una gripe justo cuando tenía planeado tras mucho meditar y meditar ir a conocer a mi amigo Bowie. Los que me conocen saben de mi alergia y miedo a las relaciones a distancia y es por eso que he tardado meses en decidirme a conocerle, pero cuando hablas casi todos los días por Skype con una persona con la que estas súper cómoda, que te ha escuchado el rollo cuando estabas arriba eufórica pero también cuando estabas en la mierda, se hace raro no dar el paso a conocerse para darse por lo menos un abrazo.

Son solo tres horas las que nos separan y la verdad me lo plantee como un fin de semana de descanso, bonitos paisajes y una estupenda compañía.

A medida que se fue acercando la fecha sobre todo la última semana empecé a ser consciente de que claro que iba a conocer a mi amigo pero que no dejaba de ser como una cita. Fue aquí cuando pensé: mierda! Llevo unos cuantos meses a salvo de emociones y sentimientos gracias al plasma. He reforzado y consolidado mi idea de que, siendo seguramente la persona ideal para intentar una relación de poliamor, es muchísimo mejor que seamos súper coleguillas. Me he repetido el mantra de la distancia «n» veces como el mejor argumento para no iniciar nada.

Con esta tranquilidad del trabajo previo hecho, se acercaba la fecha cuando la gripe decidió hacerme una visita. Esto tuvo dos consecuencias: uno, la fiebre me obligó a estar en cama lo cual me permitió descansar. Dos, la fiebre me impidió pensar, lo cual me vino genial para no empezar a meter las mierdas de las expectativas en mi cabeza sobre el fin de semana. Así que en cuanto me recuperé un poco me subí al coche totalmente ligera de pajas mentales y sin nervios de ningún tipo. Fue lo mejor que me pudo pasar.

En cuanto vi su sonrisa supe que sería un fantástico fin de semana. Sin excesivos planes, sin presiones, sin expectativas, solo largas conversaciones, cuidados, mimos y mucha cucharita. No se puede pedir más. Yo no necesitaba nada más, y darme cuenta de eso ha aligerado mucho mi mochila. Me dediqué a vivir cada momento de manera muy presente sin pensar en que gestos o palabras tendrían consecuencias futuras. La estrategia de NO estrategia, de mostrar cómodamente todo tu ser con tus opiniones libremente es un regalo. Creo que él también se sintió así, libre.

Solo hubo un momento de consciencia que me devolvió un poco al realismo de mi circunstancia. Allí tumbada en el sofá mientras me acariciaba los pies me dijo la frase tantas veces escuchada este año. Viene a decir algo así como, soy la mujer ideal si no fuese poliamorosa. Lo que tanto atrae es precisamente lo que los aleja. Es curioso porque esta vez sí pude escucharla sin sentir dolor, sin sentir como que, vale has pasado todos los exámenes pero te quedas en el último. Simplemente lo entendí, lo vi con otros ojos y no me sentí rechazada. No puedo pedirle a nadie que altere todo su sistema de vida para aceptar la mía. Tampoco puedo cubrir todas las necesidades de una persona porque mi vida es limitada. Eso siempre lo supe, pero antes me mortificaba e intentaba compensarlo de alguna forma. Ahora he aceptado que nunca voy a compensarlo y que eso no depende de mí. Daré lo que pueda dar y depende de la persona si quiere intentarlo o no.

Así nos despedimos, sin promesas, ni planes de futuro, ni próximos pasos, ni etiquetas pero con una amistad consolidada y un cariño infinito. Sé que tiene unas ganas locas de enamorarse y que sigue y seguirá buscando esa mujer “que le quite las ganas”, jajajajaja. Mientras tanto yo estaré acompañándole en su camino las veces que él quiera y cuando necesite spooning allí acudiré rauda y veloz.

Encontrando mí sitio.

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