La realidad poliamorosa

Al día siguiente de la fiesta de mi cumple aterricé en la realidad poliamorosa otra vez. Me levanté con una resaca considerable y al mediodía mi marido ya se iba con su pareja a pasar tres días fuera de casa y yo me quedaba con las peques.

La verdad es que todavía no me he recuperado, arrastro un cansancio de la leche.

Digamos que el domingo sobreviví y el lunes tuve un respiro físico gracias a que había cole. La agenda del lunes se presentaba cuando menos curiosa.

Por la mañana tenía una cita con la pareja de mi marido para conocernos, al mediodía iba a acompañar a Siete al médico, comeríamos todos juntos para conocernos, mi pareja recogería a las peques para que yo pudiese pasar un par de horas con Siete después de un mes sin poder tocarnos.

Creo que en el periodo de tres horas me hice un master en poliamor y pasé por todas las emociones posibles.

Hacia la una tuve la cita con la pareja de mi marido. Iba en el bus sintiendo curiosidad por saber porque quería conocerme y cuál sería el efecto para las dos de este encuentro. Creo que es fundamental salir del imaginario porque ver la realidad le da otra dimensión. La persona de repente tiene cuerpo, tiene voz, se mueve y sobre todo siente. Con ella fue muy fácil el dialogo, es una persona con una gran trabajo personal hecho y que está trabajando en sus necesidades lo cual es maravilloso. Hablamos un poco de los “unicornios” y le conté las dificultades que yo había tenido con mi parejas por el tema de los derechos que tienen pero no se atreven a expresar. Ella me expreso su “miedo” a que sus necesidades fuesen contrarias a las mías y que por ser yo su pareja “oficial” tuviese privilegios.

Los tengo, sería injusto decir lo contrario, pero solo porque compartimos algo mi pareja y yo que está por encima de nosotros que son nuestras hijas. En lo demás, en el mundo de los sentimientos, en como expresarlos y como vivirlos estamos en igualdad de condiciones.

También abordamos el tema de los acuerdos. Y aquí yo me puse muy categórica con el proceso de cómo se llega a acuerdos y es una parte que todavía tengo que resolver con mi pareja. Todas las partes tienen que expresar sus necesidades y como se sienten para así poder llegar a un consenso. Creo honestamente que no hay otra manera y por lo que se ella también se lo ha expresado así a mi pareja. Es él el que tiene que tomar consciencia de que solo así podemos estar en igualdad de condiciones y llegar a algo que nos satisfaga a todos.

Me queda la pena de haber tenido poco tiempo porque había muchos temas que nos interesaban a las dos y que hubiese sido interesante abordar, pero una vez más las agendas son como cuchillos.

Fue maravilloso para mi vivir como dos mujeres que comparten dialogan sobre sentimientos universales, mirandose a los ojos sin desafiarse y simplemente entendiéndose.

Salí pitando para no llegar tarde a la cita del médico con Siete. Allí estábamos en la sala de espera conversando como una pareja como otra cualquiera. Cuando entramos la médico en todo momento se refirió a mi como la pareja de Siete lo cual empezó a remover algo en mi interior. ¿Lo soy? ¿Cuando empecé a serlo? ¿Qué debo de sentir para tener ese papel? ¿Quiere ella esto? ¿Estoy preparada yo?

Con todo ese batiburrillo nos fuimos a comer y me dijo que no podía quedarse conmigo porque tenía que cuidar de su hija. Ahí fue cuando empecé a sentir la impotencia, otra vez la cotidianidad. Necesitaba esas horas para consolidar lo que dejamos hace un mes suspendido de un hilo, así que ya que no tenía forma de sentirlo con el cuerpo por lo menos hablarlo.

Abordé la conversación de la siguiente manera: “sé cuáles son tus necesidades y no puedo cubrirlas todas así que me estoy cortando porque creo que tengo una parte de responsabilidad.” Joder, parecía una puñetera cláusula de un contrato para decir que tengo miedo de enamorarme de ella porque se vuelve a ir en tres días y esta vez no está en tierra firme. No puedo coger un tren o un avión para encontrarme con ella y abrazarla para comprobar que todo sigue bien. En cuanto me pasó su calendario de trabajo de los próximos meses casi me da algo, pensé: simplemente no podré. Y entonces dijo la frase mágica:”pasa más rápido de lo que crees y es mi última vez”. No fueron las palabras, sino el mensaje de futuro, de un futuro común, y sentí alivio.

Así que aquí estoy intentando que nuestras agendas “imposibles” encajen. Nunca el whats up y el teléfono me pareció más cercano y más útil. Hemos sustituido los abrazos y besos sanadores por emoticones con corazones pero es lo que hay.

Hoy andaba surcando los mares y como una pirata acabó de robar mi corazón.

 

La realidad poliamorosa

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