Fin del fin de semana

Estoy satisfecha.

El viernes escribía sobre cómo me estaba sintiendo con respecto a que mi pareja se fuese de fin de semana con su relación, y aunque fue duro utilicé el post para trabajar sobre mis sentimientos y pasó algo mágico.

A los cinco minutos de colgarlo me entra un mensaje a través del Facebook de una amiga “monógama con inquietudes”(como se llama ella) que sigue mi blog y conocí en el Opencon, para darme un abrazo virtual. Yo estaba en modo osito de peluche, así que lo recibí como un auténtico regalo, primero porque venía de ella y a pesar de estar separadas 600 km los corazones están ahí conectados, y segundo porque me recuerda que la comunidad de poliamorosos nos cuidamos mucho y sentir ese calor es maravilloso en momentos de flaqueza.

El sábado se presentaba largo y cansado porque estaba sola con las peques, y aunque tenía un cumpleaños de esos terroríficos de bolas para dos de ellas, el hecho de entrar en un centro comercial para dejarlas me produce un dolor de cabeza insoportable. Allá me fui y aproveché para hacerme un regalito: pasar una mañana de chicas, yo y mi hija de 10 años. La verdad, como estábamos en un centro comercial tenía un miedo atroz a preguntar qué hacemos y que la respuesta fuese: compras. Menos mal que son seres de otro planeta (algo pillan de esta educación alternativa) y me dijo que cualquier cosa que hiciésemos al estar juntas le parecería bien. Fue genial ver abrazadas los bocetos de una expo sobre animación, «La novia cadáver» nos flipa.

Por la tarde breve mensaje a mi pareja de cómo iba todo y” respuesta emoticono besito todo bien”. Y me sentí aliviada, súper aliviada y muy contenta por él.

Empecé a notarme nerviosa porque Siete venía a dormir, por muchas razones: estaban mis hijas, en principio venía con su hija, era nuestra segunda “cita”, iba a ver mi desastre de casa, pero en el fondo me di cuenta de lo mucho que necesitaba verla. Cruzó la puerta y mis nervios desaparecieron en cuanto pude abrazarla.

Siete me hace sentir cómoda, relajada, sexy, deseada, cuidada, escuchada. Por fin pude tener la conversación que quería para poder decirle que aunque soy poliamorosa y todo este rollo de tiempos, calendarios, organización, otras personas…quiero que se sienta especial aunque no sea la única. Hablarle de las otras personas que comparten mi vida me costó mucho, tenía miedo y esto no me había pasado con nadie, lo cual me dio pistas de lo que me importa. Una botellita de vino blanco ayudó a abordar todos esos límites que tenía y que necesitaba expresarle. Y su respuesta fue hablar de futuro y aluciné. No de tener una relación seria, ni siquiera ponerle un nombre sino simplemente dejarse llevar, aceptando que las dos tenemos vidas complicadas pero que nos apetece vivir los momentos y para eso tenemos que organizarnos. Ella viajará mucho en los próximos meses y quiero aprovechar para conocernos y construir algo que nos llene a las dos.

No pudo quedarse porque tenía que volver con su hija, pero compartimos un momento de intimidad y complicidad especial, y al irse me dijo: “vente mañana a tomar algo que quiero presentarte a una amiga”.

En cuanto cerré la puerta pensé en lo que significaba meterme en su vida, en reconocer que existo,nunca me lo habían pedido y eso me hizo sentir especial, y fue un sentimiento que me sobrecogió porque siempre soy yo la que intento que se sientan especiales, en agradarles, en sorprenderles, en cubrir todas aquellas cosas que nunca podré darles. Me siento la responsable de meterlos en una vida que algunos no conocen aunque eligen probar libremente, pero voy con pies de plomo para cuidarlos y cuidarme. Y va Siete y con una simple frase le dio sentido a todo, como me dijo mi amiga “monógama con inquietudes” ya llegará alguien especial, tu no abandones.Cuanta razón!

Así llegó el domingo con el subidón de formar parte de algo, de una nueva historia que no sabemos hacia dónde va pero que estamos viviendo sin miedo y con intensidad.

Mi pareja tuvo un fin de semana fantástico donde pudo afianzar su relación y al intercambiar experiencias ambos sentimos la compersión. Así que nos dedicamos a nosotros para volver a conectar nuestro vínculo y darnos cuenta de la suerte que tenemos, que aunque el camino ha sido durísimo nos hemos visto recompensados con personas maravillosas que quieren compartir trocitos de su vida.

Empecé de poliamorosa sola el viernes trabajando emociones, miedos, inseguridades y límites y acabé acariciando la espalda de Siete mientras cenábamos , con las manos entrelazadas ,tocándonos la piernas por debajo de la mesa, mimándonos y conversando con alguien que forma parte de su vida cotidiana como la cosa más normal del mundo.

Nos despedimos con besos y abrazos sabiendo que un montón de kilómetros nos separan esta semana pero que estamos a milímetros en pensamientos y emociones, y yo ya no volví a sentirme una poliamorosa sola.

Fin del fin de semana

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