Un encuentro y zas.

Una vez pasada la Semana fantástica como dicen en el Corte Inglés, vuelve el lunes.

Ayer sufrí una regresión. Ya me creía yo curada de todos los bucles, enganches emocionales, idas y venidas, desapariciones, cierres unilaterales e inseguridades y pasa una casualidad y todo a la mierda. Que vulnerable soy!

Último día de playa. Me voy con toda mi familia a la playa que voy siempre. No voy a mentir, existían altas posibilidades de que me encontrase a Margarito allí, pero como últimamente no manteníamos contacto, no lo sabía.

Comenzamos a bajar la cuesta y mi pareja me mira y me dice: está. Las niñas empiezan a decir: mamá, está Lola. Yo me pongo el chip de “nena tu esto ya lo has superado “y comienzo a bajar esa cuesta interminable súper segura de mi misma sabiendo cómo están las cosas, y que puedo tener un encuentro con mi “colega” sin ningún problema.

Así que pongo mi mejor sonrisa y mi pareja se baja a la playa con las niñas mientras yo me quedo saludando. Fue súper bien, más que bien. Allí estaba yo con todo mi trabajo personal hecho, gastando coñas sobre como habíamos acabado y la suerte que teníamos de ser colegas. Un poquillo de tonteo sí, pero de lo más inocente. Me despido hinchada como un pavo real en plan “prueba superada” y me bajo a la playa.

Mi pareja me pregunta que tal todo, y le confieso que estoy contenta de que nos hayamos reencontrado y haya sido todo tan maduro y natural, y me dispongo a pasar una tarde de playa fantástica.

Cuando recogemos decidimos tomarnos una caña. No era la primera vez que mi marido y Margarito se veían. De hecho allá por Julio cuando todavía había historia, tanto uno como otro me habían comentado la posibilidad de conocerse. Mi pareja porque veía necesario ponerle cara a la persona con la que compartía momentos especiales y le resultaba más fácil para trabajar los celos. Para Margarito, pues supongo que para que pudiésemos coincidir sin que la cosa fuese violenta. Pero ese encuentro no se produjo hasta ayer.

Bien, ¿Cómo lo resumo? Primero hubo un acercamiento por parte de Margarito, lo cual me sorprendió, porque de repente mi pareja y él estaban juntos intentando cerrar una sombrilla. Yo en medio flipando. En cuanto acabamos y vi que Margarito se había alejado allá fui corriendo para hacer la salida lo más discreta posible y evitar el encuentro. Pero no. Se acercó a nosotros para decirme un:”¿ya os vais?”. Y yo en medio, físicamente, de los dos. Se miran y como la cosa MAS NATURAL del mundo se dan la mano, mi pareja le dice que ya tenía ganas de conocerle, yo hago glups! pero meto mi coña de turno en plan: bueno, al final del verano je,je. En mi mente queda el al final, al final, al final… Un poco de charla intrascendente de buen rollo y nos vamos.

Cuando nos metemos en el coche mi pareja me comenta que está contento de haberlo conocido que es una pena que no fuese antes cuando teníamos una historia, que le hubiese gustado decirle: ”gracias por cuidármela y hacerla feliz”. Yo estoy a niveles estratosféricos de flipamiento porque el nivel de COMPERSIÓN (de esto ya hablaré otro día) de mi pareja simplemente me hace admirarle aún más de lo que lo hago.

Pero es que por la otra parte sucede algo parecido. Chateo con Margarito para agradecerle que me haya hecho fácil el momento del encuentro, y me responde que se sintió cómodo, que se iría con mi marido a tomarse una copa, que la forma de darle la mano y la sonrisa le dio buen rollo.

A estas alturas yo entro en catarsis. Ese momento, ese preciso momento, es lo que había soñado, era mi fantasía. Poder tenerlos a los dos, una relación cordial, mis hijas que se llevan bien con Margarito, sintiéndose cómodas. Este era mi sueño del poliamor. Y llega ahora, cuando no hay historia, cuando la he cerrado un montón de veces, cuando me he trabajado el bucle, los abandonos, las incertidumbres, los bailes del me quiere no me quiere, la inexistencia de claridad por su parte, intentando adaptarme a su estilo de vida.

He dejado tanta ENERGIA intentando tener algo con él que no sé si me queda más. Me dejé llevar por la ENR, descubrir y conocer a una persona, mostrarme “desnuda” totalmente a él, no solo físicamente sino también mostrándole como soy y todo mi mundo, mis ideas, mis emociones, mis sentimientos. Y cuando llegaron mis sentimientos y salió corriendo me tuve que trabajar el “no necesitarle porque no podía tenerle”.

Ayer después de sentirse cómodo empezó otra vez el baile. Me sentí vulnerable, como una hoja que el viento traslada de un lado al otro de forma caprichosa. La cabeza dice que no entre en este juego, que ya sé cómo me hace sentir, un barquito a la deriva, y creo que él sabe que me tiene y no creo que lo haga a propósito sino que su propio movimiento me arrastra a mí. Las hormonas, me dicen que me deje, que lo viva, que viva los instantes de placer, que no piense, que viva aquello que me dé y cuando me lo dé. Pero la verdad es que aunque yo sea una experta en saltarme las “normas” ahora tengo que poner un LÍMITE o me quemaré.

Yo ya hice todo, me mostré tal cual era, sin estrategias, así es como soy. Ahora le toca a él. No voy a hacer nada, nada. Le he pedido solo una cosa, una sola, y si no puede dármela, el jueves saldrá de mi vida para siempre.

Un encuentro y zas.

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